ISBN 0124-0854
N º 37 Agosto de 1998
Presentación
Hablar de patrimonio en términos de posesión, como bien mueble o inmueble, heredados en forma individual o colectiva, nos permite clarificar el concepto, pero no integrarlo a los fenómenos de materialización cultural.
Esta reflexión además de necesaria e importante, es obligatoria para toda la comunidad en el advenimiento del próximo milenio.
Cada uno de los elementos que nos rodean en nuestro diario vivir, asume un simbolismo que une a la célula familiar, como portadores de una memoria que obliga a la reflexión.
Estos elementos y otros mayores en escala, ubican al habitante urbano en un análisis sobre el espacio y su representación, como transformadores de la memoria colectiva e hitos de referencia formal y humana.
Son elementos que adquieren sentido al deambular por las calles y los parques, hacer del amoblamiento urbano puntos de encuentro que narran historias vividas y siempre actuales, ver en esculturas públicas características que demarcan nuestra proyección estética o alegorías políticas y crecer a partir del espacio como testimonio de un encuentro con nuestra historia pasada, presente o futura.
En esta edición queremos presentar varias posiciones con respecto a estos dos conceptos y su relación con nuestra vida cotidiana, para hacer posible que Patrimonio y cultura, más que una identificación de formas, sean concebidos como la construcción de un pensamiento que proyecte nuestro hacer, es en definitiva, una toma de conciencia.