ISBN 0124-0854
N º 28 Octubre de 1997
Gobernador para que éste ampliara el asueto al otorgar permiso, un día más, para un“ concurso de disfraces”. La Resolución del despacho, con fecha 21 de septiembre de 1923, argumentaba“ que no se trata de regocijos públicos ni de fiestas populares, sino de un festival de cultura especial del gremio de los educandos; que este despacho en vista de que los actores en el festival son los estudiantes, ellos sabrán mantenerse en el puesto de decencia y de cultura que un acto semejante requiere”, y concedía el permiso con la prescripción de que cada participante“ recibirá en la Alcaldía un ficho especial con el nombre del estudiante y el número que tenga en el registro que se formará en tal oficina; este ficho debe conservarlo y exhibirlo en cualquier momento que se le exija por los agentes de la autoridad...”. Carnetizada la fiesta y con el salvoconducto para el disfraz, las reinas de los estudiantes obtuvieron que de las dos de la tarde a las diez de la noche de ese día, la ciudad se transfigurara con las ocurrencias y disparates de los estudiantes de la“ bella villa”. Tal vez por algunos desafueros del año 23, el alcalde Nicanor Restrepo Giraldo restringió la creatividad dramatúrgica de los estudiantes al año siguiente: prohibió los disfraces“ que en cualquier forma traten de ridiculizar el Culto Católico y a sus Ministros”; prohibió“ arrojar cohetes, petardos y demás materias inflamables, especialmente en las calles centrales y comerciales de la ciudad”, bajo pena de 24 a 48 horas de cárcel; del mismo modo,“ el disfrazado
que valiéndose de la careta ofenda a otra persona en su honor o trate de ridiculizarla o molestarla, será despojado de aquella y conducido a la cárcel” y, finalmente,“ cualquier desorden que se ocasione con el Carnaval, será razón suficiente para suspenderlo”( El Colombiano, 9-X- 1924, p. 1). Gradualmente el carnaval estudiantil, cuyo ciclo iniciaba en septiembre y culminaba en octubre con las efemérides de la Universidad y el“ Día de la Raza ", se amplió a la ciudad. Con la participación de la Sociedad de Mejoras Públicas, " conciencia cívica de la ciudad ", involucrada desde 1925 y en un ambiente de " revuelta democrática "-no olvidemos que en 1928 María Cano pasa a ser reconocida como " Flor Revolucionaria del ' Trabajo "- la prensa recoge episodios que ayudan a recrear la atmósfera social: " antier fue fijado un cartel suscrito por una Junta del Pueblo, en que se dice que el Decreto del Señor Gobernador está vigente, que el pueblo sí quiere carnaval y que la SMP debe continuar en su empeño para ayudar al torneo Cívico. Añade la Junta que los regocijos son para el pueblo y no para los indiferentes que niegan su concurso en estos casos "( El Colombiano, 6- X- 1928, p. 2). El Alcalde reafirma al día siguiente las normas anteriormente mencionadas, especialmente el registro ante la Alcaldía y ya no exclusivamente para los estudiantes, colocándole un precio de 30 centavos a cada ficho.
Una curiosa estadística de la cobertura de la celebración de octubre de 1928 dice que durante los tres días del