Agenda Cultural UdeA - Año 1997 AGOSTO | Page 12

ISBN 0124-0854
N º 26 Agosto de 1997 cerámica y ' en ciudades como Tierradentro, Tairona, Quimbaya o San. Agustín. Todo ello hizo parte de ese mundo que hoy es nuestro país, hasta el inicio del siglo XVI, cuando la conquista de América torció su destino. El proceso de colonización generó una ruptura en las comunidades indígenas. Los conquistadores españoles más que descubridores fueron, encubridores y destructores de las culturas. Por ejemplo, en el reino de los chibchas, quemaban todas ' las semanas piras de ídolos labrados en madera. El oro arrebatado a los indígenas lo fundían para transformarlos en monedas y en custodias. Luego fue difundida la imagen del conquistador civilizado y del indio incivilizado o salvaje, con el fin de instaurar un sistema de esclavitud, en el cual, supuestamente, se redimiría al indio de su salvajismo. Se arrasaron modos de vivir de ser y de actuar. Sobre la culturas. aborígenes se impuso el marco de la cultura española, una estructura feudalizante, con un sistema de control político económico y social concentrado en manos de unos pocos. Con ello llegó 10 que ha sido llamado el gran desastre, la muerte de miles de indígenas, al punto que no se sabe a ciencia cierta cuántos fueron. También hubo mezclas y fusiones. Hoy nosotros somos fruto de todo nuestro pasado. Parte indios de América, blancos de Europa y negros de África traídos a la fuerza. Una mezcla de culturas que se resisten a desaparecer del todo.
El mestizaje eterno de los americanos
Para los españoles América era ese lugar de fábula, de dorados, de caciques vestidos en polvillo de oro. Donde los conquistadores no hallaron grandeza apareció la invención y la fantasía, casi en una competencia para ver cuál decía cosas más extraordinarias. Por ejemplo, fray Pedro Simón decía que“ había gusanos que echaban ramas y se convertían en árboles gigantescos(...) hay guayacanes que nacen de unos gusanos dorados(...)”. En medio de estas fantasías llegaban de España hombres con sed de riqueza. Pero esta llegada no solo significó la conquista y el dominio de la fuerza. Fue también un mestizaje, la formación de una nueva raza: el mestizo americano. Todo empezó en la isla de Huahananio de San Salvador, en el mar Caribe y se fue extendiendo por todo el mundo... el nuevo mundo. Ante la incertidumbre
de Colón llegaron navegantes de Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda. Barcos de España repletos de aventureros... Pero sin mujeres. A Santa Fe llegaron tres ejércitos de ciento sesenta hombres cada uno para fundar una ciudad y con ellos no venía ni una sola mujer. Quito fue fundada con 204 hombres y dos negros, pero ninguna mujer. Por toda América eran fundadas poblaciones de hombres solos. Por ello el mestizaje se dio con gran intensidad. Se cuentan casos como el del capitán Francisco Aguirre, que además de los hijos legítimos se preciaba de tener más de cincuenta varones en indias. De hecho, España antes del descubrimiento era el lugar de refugio de quienes huían de lugares remotos y el compendio de Oriente. Era medio africana y África era medio asiática. Todo, ello llegó al nuevo continente y América se convirtió en el crisol donde