Ad gentes revista nov_dic | Page 9

E l Evangelio de Mateo en ningún momen- to les da el calificativo de reyes. Poco a poco, en la tradición, estos magos se fueron concibiendo como reyes quizás por la cita del Salmo 72, 10-11: «Que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus dones; que le rindan ho- menaje todos los reyes»; también Isaías 49, 7: «Te verán los reyes, y se alzarán; los príncipes, y se postrarán»; Salmo 68, 30 (29) : «A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo». A fi- nales del siglo II Tertuliano afirmaba: «Oriente considera a los magos casi como reyes» (Contra Marción III, 12) . A comienzos del siglo VI se daba por supuesto que los magos habían sido reyes. Muy pronto, después del surgimiento del cris- tianismo, se empezó a suponer que eran tres los magos, quizás por la mención de los tres regalos en Mt 2, 11. La imaginación continuó creciendo y cerca del año 700 se afirmaba: «Los magos fueron los únicos que entregaron regalos al Señor. Se dice que el primero fue miento de Jesús es una invitación clara a evitar las exclusiones; por eso insiste que los primeros destinatarios y portavoces son los más excluidos; no desea afirmar que los pastores fueran buenos sino que tenían necesidad de ser integrados a la comunidad en el nuevo tiempo iniciado con el na- cimiento de Jesús. Estos elementos que hemos señalado encajan, per- fectamente, con las consecuencias de la presencia del Hijo de Dios entre nosotros: la atracción de los lejanos y la inclusión de los despreciados. AD GENTES NOVIEMBRE · DICIEMBRE 2017 Melchor, un anciano de cabello blanco y barba larga…, que ofreció oro al Señor como a un rey. El segundo, de nombre Gaspar, joven, sin barba y rubicundo…, le honró como a Dios con su regalo de incienso, oblación digna de la divinidad. El tercero, negro y muy barbudo, llamado Baltasar…, con su regalo de mirra dio testimonio del Hijo del Hombre que iba a mo- rir». Se pensaba que Melchor era rey de Persia, Gaspar de Arabia y Baltasar de la India. Ade- más se decía que estos tres reyes se habían reunido por orden de Dios en Persia para acu- dir hasta Belén, guiados por la estrella (datos que ofrece el Evangelio Apócrifo Armenio de la Infancia, del s. VI) . San Beda (s. VIII) los consideraba re- presentantes de Europa, Asia y África, los tres continentes conocidos en ese tiempo; de ahí los distintos colores de su piel. En el siglo XII se trasladaron sus supuestos huesos desde Milán a la catedral de Colonia (Alemania) donde en la actualidad son venerados. El recién nacido atrae a los lejanos En los nacimientos no falta un lugar para tres personajes que rondan entre lo misterioso, ex- traño y simpático: los magos. Y es precisamente a estos personajes a los que, se- gún el Evangelio de Mate o (Mt 2, 1-12) , se les mani- fiesta el recién nacido en primer lugar, especifican- do que eran magos (vv. 1-2) . Aquellos hombres que describe el Evangelio como magos bien podrían haber sido relacionados con la magia o la astro- logía, incluso con la hechicería; esto significaría, 7