Ad gentes revista nov_dic | Page 29

Redención: creación renovada ¡Redentor del mundo! En Él se ha revelado de un modo nuevo y más ad- mirable la verdad fundamental sobre la creación que testimonia el Libro del Génesis cuando repite varias veces: «Y vio Dios que estaba bien». El bien tiene su fuente en la Sabiduría y en el Amor. En Jesucristo, el mundo visible, creado por Dios para el hombre —el mundo que, entrando el pe- cado está sujeto a la vanidad— adquiere nuevamente el vínculo original con la misma fuente divina de la Sabiduría y del Amor. En efecto, «amó Dios tanto al mundo, que le dio su unigénito Hijo». Así como en el hom- bre-Adán este vínculo quedó roto, así en el Hombre-Cristo ha quedado unido de nuevo. ¿Es posible que no nos convenzan, a nosotros hombres del siglo XX, las palabras del Apóstol de las gentes, pronunciadas con arrebatadora elocuencia, acerca de «la creación entera que hasta ahora gime y siente dolores de parto» y «está esperando la manifestación de los hijos de Dios», acerca de la creación que está sujeta a la vanidad? El inmenso progreso, jamás conocido, que se ha verificado particularmente durante este nuestro siglo, en el campo de dominación del mundo por parte del hombre, ¿no revela quizá el mismo, y por lo demás en un grado jamás antes alcanzado, esa multiforme sumisión «a la vanidad»? Baste recordar aquí algunos fenómenos como la amenaza de contaminación del ambiente natural en los lugares de rápida industrialización, o también los conflictos armados que explotan y se repiten continuamente, o las perspectivas de autodestrucción a través del uso de las armas atómicas: al hidrógeno, al neutrón y similares, la falta de respeto a la vida de los no- nacidos. El mundo de la nueva época, el mundo de los vuelos cósmicos, el mundo de las conquistas científicas y técnicas, jamás logradas ante- riormente, ¿no es al mismo tiempo que «gime y sufre» y «está esperando la manifestación de los hijos de Dios»? Redemptor hominis, 8 señor del universo, poco inferior a los án- geles, digno de honor y de gloria, aquél que está sobre todas las cosas creadas por Dios». El ser humano: lugar de encuentro con Dios El Misterio de la Encarnación nos hace to- mar conciencia que el hombre es la medida de las cosas porque Dios se hizo hombre, y AD GENTES NOVIEMBRE · DICIEMBRE 2017 precisamente por esto, el ser humano es el lugar de encuentro con Dios. Por esta ra- zón cuando un ser humano (dondequiera que sea) no puede vivir con dignidad, para nosotros cristianos, no es solamente un problema socio-económico-político, sino un problema de fe, porque nosotros no po- demos creer en la Encarnación del Señor sin exaltar el bien del ser humano en todas sus dimensiones. En este sentido estamos 27