Abril 2019 Sígueme_02_abril19 | Page 16

Conociendo en su recorrido como presidente a tantas iglesias de extremo a extremo de nuestro país, en su opinión ¿cuál es nuestra mayor virtud como obra, y qué aspectos debemos reforzar con la ayuda de Dios? La esperanza. Aún quedan dentro de nuestra obra hombres y mujeres soñadores. Aún quedan aquellos que siguen dando lo mejor de sí, para que el Reino de Dios se haga realidad donde es- tán sirviendo. Tenemos una generación de niños y adolescentes que están más interesados en abrazar causas para la gloria de Dios, que per- derse en discusiones de largo aliento que no nos edifican, ni nos bendicen. Recién acabo de acompañar a los jóvenes en su congreso en Osorno, la manera como desarrollaron sus dos periodos administrativos, sólo diré que exaltaron al Señor por sus decisiones y acuerdos y la ma- nera en cómo respetaron y honraron sus lideraz- gos salientes, fue notable. Digno de imitar. Si algo hay que reforzar me parece que ne- cesitamos más pastores y líderes presentes en las actividades juveniles, de niñez y adolescen- cia, en los encuentros de mujeres y varones. No podemos exigir cambios en la obra si no estamos dispuestos a marcar presencia con nuestras vi- das donde están sucediendo cosas que están honrando al Señor. Necesitamos reencantarnos con el trabajo regional y nacional como pastores. No podemos ser críticos de la obra regional y na- cional si no estamos presentes, si no somos ca- paces de aportar de manera significativa en el programa cooperativo, ofrendas de misiones, etc. Sólo exigimos nuestros derechos como bautis- tas, pero no estamos dispuestos a asumir nues- tras responsabilidades. Necesitamos volver a abrazar causas como lo hacen los adolescentes, en especial, involucrarnos en la obra bautista en el país y en América Latina. Tenemos el poder y la capacidad de marcar diferencias notables, pe- ro para eso necesitamos dejar de ser tan indivi- dualistas y pensar y soñar como obra nacional. ¿Qué aprendizaje se lleva de esta experien- cia? Un conocimiento mayor de quienes somos como obra bautista en el país y en el exterior. La capacidad que tenemos como denominación de influir para que ocurran buenas cosas que glorifi- quen al Señor a todo nivel. ¿Qué extrañará de este tiempo que finaliza? El contacto con las iglesias y la posibilidad de generar ayuda y procesos de transformación en las realidades que día a día les toca vivir. La riqueza de nuestra gente en las congregaciones es tan diversa y hermosa y muchas de sus ex- periencias, al ser escuchadas, son casi intrans- feribles y que se viven en esta experiencia de ser presidente y estar al lado de nuestros her- manos. Quiero compartir un testimonio que ilus- tra lo que digo. Hace algunos años atrás estuvi- mos con mi esposa y Mery Sepúlveda en Collín Alto. Los hermanos tenían un proyecto misione- ro-social de plantar papas en una hectárea de suelo facilitado por un hermano. El desafío era que, de la cosecha, el 90% de lo producido se- ría su ofrenda misionera al Señor y quienes tra- bajaban en el proyecto sólo dejarían para ellos el 10%. El desafío era comprar un furgón para emergencias donde se trasladaría a los vecinos que necesitarán atención médica en Temuco y que por lo lejos de la ciudad era poco probable la llegada de alguna ambulancia. Estos empren- dimientos misioneros en las grandes ciudades ya casi se han perdido, sin embargo, en las zo- nas rurales, la vocación misionera, el compromi- so con el Señor de la obra está vivo y activo, cuanto más en medio de iglesias bautistas eco- nómicamente pobres, pero con una riqueza de espíritu sorprendente.