Durante los últimos 25 años, he advertido a los defensores de la inmigración que debemos dejar de crear políticas migratorias que solo otorgan beneficios de autorización de empleo, como el TPS, la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y la Parole.
Necesitábamos otorgar derechos a los inmigrantes porque esto ayudaría a proteger la economía estadounidense.
La inmigración ha estado impulsando la economía estadounidense. No habríamos disfrutado del fuerte crecimiento laboral de los últimos años si no hubiera sido por la gran afluencia de trabajadores extranjeros presentes únicamente con autorización de empleo.
Los inmigrantes ahora abandonan el país mediante deportaciones forzadas o eludiendo voluntariamente una posible detención.
Estados Unidos se quedará con menos trabajadores esenciales jóvenes, menos personas que gasten dinero y una economía más reducida en general. Los inmigrantes sufren ahora y los ciudadanos estadounidenses sufrirán pronto después.
Podríamos haber seguido beneficiándonos de los trabajadores inmigrantes si les hubiéramos otorgado derechos y no solo autorización de empleo.