teníamos gran facilidad para las cosas (Jimmy, Fern, tú y yo) y que estábamos dotados de una
innata tendencia artística, entre otras cosas. Hasta papá y mamá eran artistas.
Honestamente creo que ninguno de nosotros puede echarle la culpa a nadie de lo que
hayamos hecho con nuestras vidas particulares. Está comprobado que a los siete años cada
uno de nosotros ha alcanzado la edad de la razón, lo que quiere decir que a esa edad
comprendemos y sabemos distinguir la diferencia entre lo bueno y lo malo. Desde luego el
ambiente juega un papel importante en nuestras vidas como el convento en la mía, y yo estoy
contenta de esa influencia que tuve. En el caso de Jimmy, él era el más fuerte de todos
nosotros. Recuerdo cómo trabajaba y además iba a la escuela cuando nadie le obligaba a
hacerlo y por su propia VOLUNTAD decidió hacerse alguien. Nosotros nunca sabremos las
razones de lo que sucedió después, por qué hizo lo que hizo, pero aún me causa dolor
pensarlo. Fue una lástima tan grande... Tenemos muy poca fuerza sobre la debilidad de
nuestra humana naturaleza y eso vale también para Fern y para centenares de individuos,
incluidos nosotros, porque todos nosotros tenemos debilidades. En tu caso no sé cuál será tu
debilidad, pero sí sé que NO ES NINGUNA VERGÜENZA TENER LA CARA SUCIA, LA
VERGÜENZA ES NO LAVÁRSELA NUNCA.
Con toda sinceridad y por todo el afecto que te tengo Perry, ahora mi único hermano y
el tío de mis hijos, no puedo decir ni pensar que tu actitud para con nuestro padre y tu
encarcelamiento sean buenos ni positivos. Si te enoja que lo diga, será mejor que no lo haga
ya que me he dado cuenta que ninguno de nosotros sabe aceptar las críticas y es natural
experimentar cierto resentimiento hacia aquel que nos censura algo, por lo cual estoy
preparada a que ocurra una de las dos cosas: a) no tener más noticias tuyas, o b) recibir una
carta en la que me digas exactamente qué piensas de mí.
Espero equivocarme y deseo de corazón que reflexiones sobre lo que te digo en esta carta y
que trates de comprender cómo piensan los demás. Comprende, por favor, que no soy una
autoridad ni me jacto de gran inteligencia o cultura, sino que creo ser una persona normal con
capacidad de razonar y voluntad de vivir mi vida según las leyes de Dios y de los hombres.
También yo he «caído» a veces, como es normal, porque, como dije, soy humana y tengo
también debilidades humanas, pero lo importante es, repito que NO ES NINGUNA
VERGÜENZA TENER LA CARA SUCIA, LA VERGÜENZA ES NO LAVÁRSELA
NUNCA. Nadie se da tanta cuenta de mis propios defectos y errores como yo misma, así que
no te aburro más con ello.
Pero lo más importante de todo esto es que papá no es responsable de tus malas ni de
tus buenas acciones. Lo que tú hayas hecho, bueno o malo, es cosa tuya. Por lo que yo
personalmente sé, has vivido tu vida tal cual como has querido, sin preocuparte de las
circunstancias ni de las personas que te querían, y podías hacer sufrir. Tanto si te das cuenta
como si no, tu encarcelamiento presente es embarazoso para mí así como para papá, no por lo
que hiciste, sino porque no has dado muestras de ningún SINCERO arrepentimiento ni
pareces demostrar respeto alguno por la ley, por las personas ni por nada. Tu carta sostiene
que la culpa de todos tus problemas la tiene otro pero nunca tú. Admito sin reservas que eres
inteligente, que tu vocabulario es excelente y creo que puedes hacer lo que te propongas y
hacerlo bien. Pero, ¿estás dispuesto a trabajar y a realizar un esfuerzo honrado para alcanzar
lo que deseas? Ninguna cosa importante se obtiene con facilidad. Estoy segura de que esto ya
lo has oído otras muchas veces, pero oírlo una más no te hará mal.
Si quieres que te diga la verdad de papá, tiene el corazón destrozado por culpa tuya.
Daría cualquier cosa por sacarte de ahí y poder tener otra vez a su hijo..., pero yo me temo
que con esto sólo conseguiría que tú le hicieses aún más daño si pudieras. No se encuentra
bien, está envejeciendo y, como él dice, ya no está para saltar a la comba. Se ha equivocado
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