A SANGRE FRIA | Page 195

Entonces, como interesado en su reacción miró a los detenidos, de pie ante él, unidos por las esposas a sus respectivos guardianes. Impasibles, le devolvieron la mirada hasta que reanudó la lectura y leyó los siete cargos que seguían: otras tres condenas para Hickock y cuatro para Smith. -... y lo condenamos a muerte. Cada vez que llegaba a la sentencia Tate la pronunciaba con voz tétrica y cavernosa, que parecía el eco del lúgubre silbido del tren que se alejaba. Luego, despidió al jurado («Cumplieron valientemente con su deber») y los condenados fueron sacados de la sala. Al llegar a la puerta, Smith le dijo a Hickock: -¡No tenían corazón de gallina, ésos, no! Ambos rieron ruidosamente y un fotógrafo los fotog