con cheques. Ofreció firmarnos un cheque. Dick estalló de rabia: «¿Es que nos toma por
retrasados mentales?» Yo creí que Dick lo iba a golpear. Entonces dije: «Oye, Dick. Hay
alguien despierto arriba.» El señor Clutter nos dijo que arriba sólo estaban su mujer, su hijo y
su hija. Dick quiso saber si su mujer tendría dinero y el señor Clutter le contestó que si tenía
algo sería muy poco, unos dólares, y nos pidió, de veras, casi desesperadamente, que no la
molestáramos porque estaba enferma desde hacía mucho tiempo. Pero Dick insistió en que
quería subir. Hizo que el señor Clutter pasara delante.
»Al pie de la escalera, el señor Clutter encendió las luces del pasillo de arriba y mientras
subíamos dijo: "No comprendo por qué hacéis esto. Yo jamás os hice daño. Ni siquiera os he
visto nunca." Entonces fue cuando Dick le dijo: "¡A callar! Cuando queramos que hable, se lo
diremos." En el pasillo de arriba no había nadie y todas las puertas estaban cerradas. El señor
Clutter señaló las habitaciones donde el hijo y la hija dormían y luego abrió la puerta de la
habitación de su esposa. Encendió la lamparita que había visto junto a la cama y le dijo: "No
tengas miedo, cariño. Todo va bien. Estos hombres sólo quieren dinero." Era una mujer
delgada, frágil, con un camisón blanco. En el instante en que abrió los ojos comenzó a llorar.
Y le dijo a su esposo: "Cariño, yo no tengo dinero." El le tenía la mano cogida y se la
acariciaba. "No llores, cariño. No tienes que tener miedo. Es sólo que les he dado a estos
hombres todo el dinero que tenía y quieren más. Creen que tenemos una caja de caudales en
algún lugar de la casa. Ya les he dicho que no." Dick levantó la mano como si fuera a darle en
la boca y dijo: "¿No le dije que a callar?" La señora Clutter dijo: "Pero es que mi esposo les
dice la pura verdad. No tenemos ninguna caja de caudales." Y Dick le contestó: "Sé
puñeteramente bien que hay aquí una caja fuerte. Y la encontraré antes de salir de aquí. No se
preocupen, ya la encontraré." Luego le preguntó a ella dónde tenía el bolso. El bolso estaba en
un cajón de la cómoda. Dick lo volvió del revés y no encontró más que un poco de calderilla y
un par de dólares.
Le hice salir al pasillo porque quería discutir la situación. Así, que salimos de la
habitación y le dije...
Duntz le interrumpe para preguntarle si el señor y la señora Clutter podían oír la
conversación.
-No. Nos quedamos en la puerta para no perderlos de vista. Pero hablábamos en voz
muy baja. Le dije a Dick: «Esta gente está diciendo la verdad. El que mintió fue tu amigo
Floyd Wells. No hay ninguna caja fuerte, así que larguémonos.» Pero a Dick le daba
demasiada vergüenza admitirlo. Dijo que sólo lo admitiría cuando hubiéramos registrado la
casa entera. Dijo que había que atarlos y entonces buscar con tiempo. No se podía discutir con
él, estaba muy excitado. La gloria de tenerlos a todos a su merced, eso es lo que lo excitaba.
Bueno, había un cuarto de baño junto a la alcoba de la señora Clutter. La idea era encerrar a
los padres en aquel cuarto de baño, despertar después a los hijos y meterlos allí también.
Luego hacerlos salir uno a uno y atarlos en distintas dependencias de la casa. Y luego, Dick
dijo: «Cuando hayamos encontrado la caja fuerte, les cortaremos el pescuezo. No podemos
disparar porque haríamos demasiado ruido. »
Perry frunce el ceño, se frota las rodillas con sus manos esposadas.
-Déjeme pensar un momento. Porque, al llegar aquí, las cosas se ponen un poco
complicadas. Ahora recuerdo. Sí, sí, saqué una silla al pasillo y la metí en el cuarto de baño.
Para que la señora Clutter pudiera sentarse, ya que habían dicho que estaba enferma. Cuando
los encerramos, la señora Clutter lloraba y decía: «Por favor, no hagan daño a nadie. Por
favor, no les hagan daño a mis hijos.» Y su marido que la abrazaba diciendo: «Cariño, esos
hombres no quieren hacer daño a nadie. Todo lo que quieren es dinero. »
-Fuimos a la habitación del hijo. Estaba despierto. Echado en la cama como si tuviera
miedo de moverse. Dick le dijo que se levantara, pero no se movió o no se movió lo bastante
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