la silenciosa calle de aquel pueblo que hasta el día anterior jamás había pisado. De Dick, ni
rastro. Pero seguro que vendría. Al fin y al cabo, el motivo de la cita era idea suya, un
«golpe» planeado por Dick. Y cuando la cosa hubiera concluido... México. El mapa estaba
todo roto y de tan manoseado se había vuelto suave como la gamuza. A la vuelta de la
esquina, en la habitación que había tomado en el hotel, tenía centenares de mapas como aquél:
gastados mapas de todos los estados que forman los Estados Unidos, de todas y cada una de
las provincias del Canadá, de todos y cada uno de los países de América del Sur. Porque aquel
jovenzuelo era un infatigable soñador de viajes, alguno de los cuales había realizado, pues
había estado en Alaska, en las Hawaii, en el Japón y en Hong-Kong. Ahora, gracias a una
carta, a la invitación a dar «un golpe» juntos, se hallaba allí con todos sus bienes terrenales:
una maleta de cartón, una guitarra y dos enormes cajas de libros, mapas y canciones, poemas
y cartas que pesaban una tonelada. (¡La cara que puso Dick cuando vio todo aquello!
«¡Cristo! ¿Es que llevas siempre a cuestas toda esta basura, Perry?» Y Perry le contestó:
«¿Qué basura? Uno de esos libros me costó treinta dólares») Ahora se hallaba allí, en Pequeña
Olathe, Kansas. Curioso, si se paraba a pensar, imaginar que estaba otra vez en Kansas
cuando apenas cuatro meses atrás había jurado, primero al State Parole Board 1 y luego a sí
mismo, que no volvería a poner los pies allí. Bueno, no iba a quedarse mucho tiempo.
El mapa estaba lleno de nombres rodeados de un círculo de tinta. Cozumel, isla de la
costa del Yucatán donde, según había leído en una revista para hombres, era posible «quitarse
la ropa, sonreír despreocupadamente, vivir como un raja y tener tantas mujeres como se
quisiera por sólo 50 dólares al mes». Del mismo artículo recordaba de memoria otras
atractivas informaciones: «Cozumel es el refugio contra la tensión social, política y
económica. En esta isla, no hay funcionarios que molesten a sus habitantes.» Y también:
«Cada año bandadas de papagay