y piensa en una escenografía de sonidos, en una
red acústica omnipresente….En sus apasionadas
declaraciones sobre la poética de la puesta en
escena, la oralidad, contrapuesta a la escritura,
intenta ratificar sus “derechos” compilando una
fusión de sonidos abstractos sobre el cual construir la acción poética. La palabra es válida por
su propia capacidad sonora y no por el elemento
semántico de que es portadora; a esta vocalidad
liberada del “peso del sentido” que no coincide
con ninguna de las lenguas existentes, Blümner
le llamó Engelsprache, lengua angelical, por su
musicalidad, Blümner defiende la magia del sonido, aunque esa “sonoridad esencial”, centro de
sus meditaciones, tiene algo de ambiguo, más
que un “llamado” a lo indecible, parece el fruto
de una formación perfecta.
Jorge Luis Borges, conoció a Blümner y envió a la
revista ultraísta Tableros dirigida por Vando Villar un ensayo sobre la estética de Blümner pero
nunca fue publicado. Alfonso Reyes entre otras
cosas un experto en Góngora publica un artículo
sobre las Jitánforas, otra forma de poesía sin
sentido, cargando las tintas contra Blümner:
“Hasta la Jitanjáfora necesita inspiración verdadera. Los literatos caen a veces en simulaciones frías y anodinas, en que se nota más ambición que gracia. Rudolf Blümner, Die absolute
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