2 Generaciones Número 8 | Page 9

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ELIZABETH SANTÁNGELO ARGENTINA SANTÁNGELOI

Un simple “hola” puede contribuir con la buena salud.

“Capacidad de cambiar los hábitos”, es lo que me comentó días pasados alguien a quien le pregunté qué factor consideraba beneficioso para tener mejor salud.

Y ¿qué entendemos por “hábito”? Algo que se practica con frecuencia.

Se refiere a aquella conducta que se repite en el tiempo, de modo sistemático, y esta conducta suele tener una influencia notable en la vida del individuo.

Los buenos hábitos nos encaminan a mejorar la calidad de vida y produce una visible sensación de bienestar y de satisfacción.

Veamos entonces, cómo pueden estos “buenos hábitos”, cooperar a alcanzar la espiritualidad y además mantenernos sanos y saludables.

¿Qué podemos decir de un hábito tan común como es el “saludo”?

Un hábito que se origina en la generosidad y en el concepto de salud propiamente dicho.

Salud viene del latín “salus”, “salvación”, y también saludar, deriva del verbo “salutare”, (dar y desear salud).

Un simple saludo, denota generosidad para con nuestro vecino, ¿y qué le estamos deseando realmente? SALUD. Le estamos dando y deseando salud, incluyendo el bienestar integral.

Un cambio de actitud y de pensamiento. Y a esto llamamos “espiritualidad práctica”, un constante desarrollo de nuestra conciencia, alcanzando una mejor calidad de vida.

Actualmente sería oportuno no pasar por alto esta actitud tan esencial y hasta popular, como es el saludo, pero que tal vez la olvidamos porque vamos apurados, distraídos o bien, ocupados en nuestras cosas.

¿Cuántas veces nos cruzamos con gente conocida y no conocida que está muy atenta en mandar mensajes o hablando por el celular?

Tal vez nosotros mismos nos hemos encontrado en esta situación.

Comunicados con todos, menos con el que tenemos delante o al lado.

Si queremos estar sanos y saludables, empecemos con una sonrisa y una mirada gentil al saludar, empecemos por nosotros mismos. Y esto tiene un efecto inmediato.

Esto habla bien de lo que damos y de lo que somos, porque eso que damos lo mantenemos latente en el corazón. Ocupémonos de considerar al otro, dispuestos a dar generosamente, solidariamente.

La “bondad” empieza no solo por ser “buenos”, sino por “hacer sentir bien al otro”. Es un verdadero acto de amor que nace de un corazón sincero.

Esto mismo lo experimento no sólo con mis vecinos y amigos, sino también dentro de mi familia y con los compañeros de oficina, logrando despertar y responder a alguna necesidad que surja a mí alrededor. Y a esto también llamamos “cristianismo”.

Es simple, es natural, es la actitud que puede cooperar para hacernos sentir bien, plenamente saludables, porque estaremos bien con nosotros mismos, estaremos dando lo mejor de cada uno, y por ende, estaremos bien con los demás. Hacer felices a los demás es sin lugar a dudas “nuestro pan de cada día”.

Elizabeth Santángelo de Gastaldi

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