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Algo más o menos así. Aún hoy recuerdo esa carta y les juro que al escribir estas líneas me embarga el sentimiento, pues el haber tenido dicho documento en las manos, y al leer las palabras que en él están plasmadas, (si es que aún existe la carta tiene muchos años que no la veo), uno podía percatarse del sentimiento con el cual fue escrita. La añoranza, gratitud y admiración con la cual mi abuelo se refería respecto de la persona de mi padre, el amor manifiesto de un padre hacia su hijo, pero sobre todo y lo más importante, el amor que mi padre le tiene a mi abuelo, aún después de su desafortunada desaparición.
Todo esto me abrió los ojos y comencé a ver a mi padre de forma distinta, me di cuenta de que mi padre es un ser humano extraordinario, que aún y con los años, que ya le pesan, sigue al tanto de sus hermanas, como se lo pidió mi abuelo, a quien, por cierto, aún sigue buscando.
Pero bueno, esa es la historia de la carta. Sólo me resta decir: gracias Dios por darme este padre, que en ocasiones juzgo sin derecho; gracias por darme su ejemplo a seguir; gracias porque aún conservo a mi padre a mi lado; gracias porque ahora que soy padre, entiendo todo lo que me quisiste decir.
PD. Recuerdan lo del asunto de las mentadas máquinas de escribir, que les comenté al principio, bueno en esa ocasión cuando mi padre me contó lo de la máquina de escribir de mi abuelo, me dijo que él, mi abuelo le había escrito muchas cartas en esa máquina antigua y que las tenía guardadas, estuve a punto de decirle que ya las conocía, pero, preferí callar y volver a sentir la misma admiración que en ese entonces sentí.
Termino esta participación elevando un deseo al cielo, y ese es que, en algún momento de la vida pueda con mis acciones merecer que mi padre se exprese de mi persona como su padre lo hizo de él.
OSCAR GARCIA MÉXICO