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Cambiemos nuestras prioridades, que nos preocupe menos el qué comer, qué vestir o qué poseer y nos enfoquemos a la convivencia fraternal que debe existir en toda sociedad que quiera un poco de paz. No es necesario para ello pensar en erogar grandes sumas de dinero. No. Lo que hace falta es interactuar con amor, con respeto y con un ánimo renovado por medio del cual lo material quede relegado para dar paso a lo que es realmente valioso: la fraternidad entre los seres humanos. El entregarnos sin reservas a vivir con nuestros semejantes, a rescatar la confianza que se ha perdido por culpa de algunos desadaptados, a desprendernos no sólo de cuestiones materiales si no también de los valores intrínsecos que todos llevamos dentro, pero que los tenemos sumergidos en las profundidades de nuestros miedos.
Recordemos para ello la frase de Rabindranath Tagore que dice: “el que no vive para servir, no sirve para vivir.” Y si alguien duda sobre la valía de la aseveración anterior, entonces que explique el porqué en la sociedad actual hay tantas y tantas injusticias, violencia, falta de valores y odio y rencor contra las instituciones y nuestros semejantes. En fin, el cambio no puede esperar, pero no vendrá de la noche a la mañana y como por arte de magia. Cada uno se debe concientizar y actuar en consecuencia, porque al final si no cambiamos, entonces no esperemos que las nefastas acciones que estamos viviendo y padeciendo vayan a terminar.