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Así que después de pensarlo mucho, de lo que no puedo prescindir es de mi momento presente, este momento por bueno o malo que parezca tiene justo lo que necesito, no lo que quiero.
Y puedo ver, sentir, oír y darme cuenta de todas las riquezas que tengo, que muchas veces pasan desapercibidas como si siempre fueran a estar ahí. Si pienso en mañana o recuerdo el ayer, no noto cada instante de vida con toda su gloría y esplendor… Eso es, en definitiva, algo con lo que no quiero vivir.
Cada momento presente trae la compañía o la soledad que necesitamos, el trabajo necesario, el dinero, la comida, el lugar en donde vivimos, la salud o la enfermedad que nos traerá la lección justa que debemos aprender en ese momento. Cuando sea el tiempo exacto la entenderemos, no antes, no después. Los hijos o los proyectos a realizar, y las risas y las lágrimas.
Cada momento trae la vida con toda su magia, con toda la belleza, con todo su amor.