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ANA HERNÁNDEZ MÉXICO
Algunas veces las circunstancias dolorosas nos nublan la vista y damos por sentado que la vida es un asco, que todas las personas son iguales, que todas pueden dañarnos, pero todos esos pensamientos terminan por caerse cuando la realidad te manda a personas que te sacan una sonrisa a cada instante, aún sin conocerte, amigos que te llevan de la mano y te dicen: ¡Él se lo pierde!, amigas que te dicen: ¡Te vas a encontrar a alguien mejor!, mamás que te abrazan y te dicen: ¡No pasa nada!, hermanas que te dicen: ¡Te voy a presentar a un amigo!, jajajaja.; incluso tu perro que literalmente te dice aquí estoy, sin hablar, pero recargando su carita en tus piernas.
Mi pan de cada día empieza en la calle, cuando me encuentro siempre a las mismas personas esperando el transporte y ves como se desconectan al subirse y sentarse, parece como consigna que todos se pongan los audífonos o se duerman. Al bajarme siempre doy las gracias al conductor, a veces contesta, a veces no; al cruzar el puente me voy encontrando con niños que me saludan y sus mamás los jalan cual papalotes para llegar temprano; al entrar me encuentro con los compañeros y con uno que otro que ya es amigo y nos deseamos que sea un buen día; al entrar a la primera clase los niños te reciben con gusto y al llegar al último turno los niños te reciben con disgusto, jajaja; al finalizar el día de nuevo al transporte y encontrarme siempre con el mismo vendedor de dulces o con los chicos que tocan algunas canciones a cambio de una moneda, llegar con mi madre y comer en su compañía y en la de mi hermana y cuñado, pasar al mercado y que la vendedora todos los días te haga la misma pregunta: ¿ya a descansar?,. Es casi como una grabación, jajaja. Al llegar a casa le doy de comer a papá que siempre es impredecible, no se sabe si va a estar de buen o de mal humor, no sabes si le va a gustar o no la comida, recibir llamadas a deshoras pero que me ponen feliz, entre otras muchas cosas.
Todas estas cosas son rutina y sin embargo rompen “Mi” rutina. Pueden suceder las mismas cosas en una semana y sin embargo nunca son iguales:
¡El chico que canta, ayer no desafinó y hoy si!; ayer el conductor iba con extrema prisa, haciéndonos brincar a todos y hoy me trató muy amablemente; ayer platiqué con mi amigo durante el recreo y hoy tuve tanto trabajo que no salí a comer.
Si la vida fuera bella todo el tiempo, tal vez se tornaría aburrida, además esas son las ventajas del hoy. A cada día le basta su propio afán. Hoy me terminaron, mañana ya no podrán hacerlo, al menos no la misma persona,. Del hoy ya aprendí de mi error, mañana puedo omitirlo.
Uno decide que es lo que recoge, si un pedazo de pan o solo las migajas, es decir, nuestro pan de cada día es por una parte la violencia desbordada y el pésimo momento que estamos pasando en México, pero, por otra parte, siempre hemos sabido que los buenos somos más. Somos esa otra parte de trabajo arduo, de ganar el dinero con esfuerzo, y de disfrutar la vida con todo y sus penurias. ¡Total, afortunadamente, no hay mal que dure cien años ni tonto que lo aguante!
Por más rutina que haya en tu vida, todos los días son diferentes.
Imagen: Alexandra Konstantinovna