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Las personas actuamos con los demás en base a la resonancia de su energía, o “vibra”. Cuando proyectamos o emitimos una energía específica es como cuando una radiodifusora emite su señal, y solo los que están sintonizados en la misma frecuencia captan esa señal. Así es como alguien puede vibrar “quiéreme”, “ódiame”, etc. y mensajes infinitamente más amplios en contenido y mucho más específicos. Quienes estén sintonizando esta “estación” recibirán, inconscientemente, el mensaje. Esta es una de las causas por las que recibimos reacciones de muchas personas en la misma línea, en un determinado momento. También se da en el sentido contrario cuando nosotros somos los receptores. Solamente si podemos llevar un dialogo interno sin bloqueos podremos entablar comunicación con lo que es externo a nosotros, podremos proyectar y recibir claramente el mensaje que queremos entregar. Cuando no somos congruentes con nuestra comunicación

interna el resultado que podemos esperar es que este mensaje se deforme y genere confusión en los demás.

Como receptores de un mensaje, percibimos este en mucho niveles simultáneamente. Además de que éste debe de ser interpretado más allá de nuestros 5 sentidos y en ocasiones trascendiendo nuestras limitantes, dolores y repulsiones.

Para escuchar debemos estar dispuestos a leer entre líneas aquello que no se dice o el origen del mensaje, y siempre, más allá de nuestra persona.

Sin Palabras