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45.000 kilómetros después de salir de España en un 4X4 alcanzábamos los paisajes verdes de Chiapas. Nuestra vuelta al mundo andaba acelerada, desbordada ya por la procesión de maravillas, horas de carretera, planes de ruta, cámaras acostumbradas a grabar el planeta, prisas... pero llegó el momento de aparcar el coche y olvidar el reloj.
En Palenque ya nos estaba esperando Manlio Fabio, nuestro nuevo guía. Llevaba un bigote muy mexicano y una sonrisa muy universal. Era una persona bendecida con la virtud de la paciencia, la sensatez y un gran sentido del humor. Perfilamos durante un buen rato la ruta por el estado de Chiapas. Sobre un papel estaban escritos los nombres de cascadas, ciudades coloniales, museos y ruinas mayas, pero me faltaba esa cultura profunda del territorio más desconcertante del país. Nuestro guía hizo algunas llamadas, rectificamos algunos puntos y diseñamos un plan para abordar con detalle la magia de Chiapas.
Desde la Frontera Corozal subimos a una pequeña lancha para navegar el río sagrado de Usumacinta, el más caudaloso de México, que marca el límite con Guatemala.
En la margen derecha, a unos cuantos kilómetros hacia el interior, se encontraban las ruinas de Tikal pero nosotros, nos quedábamos en Yaxchilán. El musgo vestía de verde las piedras del yacimiento arqueológico. Aquí la naturaleza ganaba la batalla a los templos. Era una ciudad perdida en la jungla y sentí que estaba pisando un lugar prohibido, perturbando con las cámaras aquel santuario que construyeron los mayas lacandones hace más de dos mil años.
En busca del Alma Indígena
Extracto de las reflexiones y experiencias durante la grabación del documental "UN MUNDO APARTE" (Emitido por National Geographic, TVE, Direct TV y Univisión)
Fotos: José Luis Feliu