2 Generaciones Número 2 | Page 15

Merçé Sànchiz

Cuando en un Ayuntamiento hay corrupción, además del o los políticos de turno, hay ciudadanos que la promueven, o la admiten, o se aprovechan de ella. Sin el consentimiento de comerciantes, constructores, propietarios de terrenos, etc... sería imposible la corrupción. Y sin la indiferencia del resto de la ciudadanía tampoco.

Por lo tanto, la política está mal, el sistema está mal, pero no es más que el reflejo de que la sociedad en general está mal. Se han subvertido los valores, sólo importa el dinero, hemos perdido la conciencia de persona que vive en sociedad, sólo nos duele lo que nos atañe directamente y aún así no tenemos agallas para defendernos, porque creemos que solos no podemos hacer nada.

Precisamente es ahí, donde debe empezar el reciclaje, en la conciencia, en el pensamiento, en el corazón de cada uno de nosotros y nosotras. Debemos devolvernos los valores perdidos, como el respeto a uno mismo y a los demás, darle más valor a la amistad, el amor, la paz, la alegría, que al dinero. Abandonar el consumismo al que nos tienen atados y bien atados. Educar a nuestra prole en estos valores y no consentir que prefieran pasarse el día ante el televisor, antes que jugar con sus amigos. Educarnos nosotras/os mismos para liberarnos de la esclavitud del dinero que parece hemos olvidado que no hace la felicidad. Buscar salidas profesionales y de vida, limpias y creativas, las que nos gusten y que proporcionen otro tipo de relación comercial y con el medio ambiente, etc....

A partir de ahí, y con paciencia, si vamos cambiando nuestro proceder particular, podremos cambiar el proceder social, y por tanto quiénes lleguen al poder político también habrán cambiado.

Y creo que ya hay mucha gente que va por ese camino, al menos yo la he encontrado en distintos sitios. Lo que me agrada profundamente y me devuelve la esperanza de que seremos capaces.

Quizá suene todo esto muy utópico, pero para eso existe la utopía. Si somos capaces de convertir una vieja botella de plástico en una graciosa escoba, ¿no seremos capaces de revertir nuestras conciencias para nuestro propio bien y el de toda la humanidad?

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Merçé Sànchiz

Cuando en un Ayuntamiento hay corrupción, además del o los políticos de turno, hay ciudadanos que la promueven, o la admiten, o se aprovechan de ella. Sin el consentimiento de comerciantes, constructores, propietarios de terrenos, etc... sería imposible la corrupción. Y sin la indiferencia del resto de la ciudadanía tampoco.

Por lo tanto, la política está mal, el sistema está mal, pero no es más que el reflejo de que la sociedad en general está mal. Se han subvertido los valores, sólo importa el dinero, hemos perdido la conciencia de persona que vive en sociedad, sólo nos duele lo que nos atañe directamente y aún así no tenemos agallas para defendernos, porque creemos que solos no podemos hacer nada.

Precisamente es ahí, donde debe empezar el reciclaje, en la conciencia, en el pensamiento, en el corazón de cada uno de nosotros y nosotras. Debemos devolvernos los valores perdidos, como el respeto a uno mismo y a los demás, darle más valor a la amistad, el amor, la paz, la alegría, que al dinero. Abandonar el consumismo al que nos tienen atados y bien atados. Educar a nuestra prole en estos valores y no consentir que prefieran pasarse el día ante el televisor, antes que jugar con sus amigos. Educarnos nosotras/os mismos para liberarnos de la esclavitud del dinero que parece hemos olvidado que no hace la felicidad. Buscar salidas profesionales y de vida, limpias y creativas, las que nos gusten y que proporcionen otro tipo de relación comercial y con el medio ambiente, etc....

A partir de ahí, y con paciencia, si vamos cambiando nuestro proceder particular, podremos cambiar el proceder social, y por tanto quiénes lleguen al poder político también habrán cambiado.

Y creo que ya hay mucha gente que va por ese camino, al menos yo la he encontrado en distintos sitios. Lo que me agrada profundamente y me devuelve la esperanza de que seremos capaces.

Quizá suene todo esto muy utópico, pero para eso existe la utopía. Si somos capaces de convertir una vieja botella de plástico en una graciosa escoba, ¿no seremos capaces de revertir nuestras conciencias para nuestro propio bien y el de toda la humanidad?

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