2 Generaciones Número 2 | Page 14

Les aseguro amigas y amigos que nada me gustaría más que hablarles hoy del reciclaje en la cocina o de cómo hacer de una camisa vieja un vestido glamouroso. Pero me toca hablar de como convertir la actual organización social y política, vilipendiada, odiada, aborrecida por todos y todas, incluida yo. Y es que, si me lo permiten, después de cinco años como Concejala de un Ayuntamiento, creo haber aprendido alguna cosa que me gustaría compartir, aunque sé que habrá quién no esté de acuerdo con mi opinión. Solamente les pido que la reflexionen.

Es evidente, al menos para aquellas personas que no viven en el limbo del “eso no tiene nada que ver conmigo”, que la marcha actual de las instituciones públicas está en franca decadencia, por no decir que más que trabajar para conseguir la mejor calidad de vida de la población, la sostenibilidad económica, la protección de la naturaleza, la construcción de un futuro digno para la humanidad, parecen trabajar para todo lo contrario, convirtiéndose en enemigas tanto de las personas como de todo lo que puebla la tierra y el cielo. Y eso ocurre, en mayor o menor medida, tanto en mi país, como en el suyo, como en el resto del mundo.

De ahí, surge la necesidad del reciclaje, de la creación de un nuevo sistema, y digo creación porque, sinceramente, estoy convencida de que en este momento no existe, que utilice lo bueno del actual, eche al contenedor lo que lo está pudriendo, y añada todo aquello que sea necesario para encontrar una nueva manera de entender lo público y de gestionar los intereses de todos y todas.

“Sobran la mitad de los políticos”, “todos los políticos son corruptos”, “las instituciones no funcionan”, “la ley no es igual para todos/as”, “menos dinero para armas y más para educación”, “se están cargando la sanidad pública”, etc... Éstas o parecidas frases podríamos decir ustedes o yo o un griego, y en casi todas estoy de acuerdo. En lo que no estoy de acuerdo, y aquí será dónde quizás no nos pongamos de acuerdo, es en que toda la culpa es de los políticos, gobernantes, poderosos o llámenles como quieran.

Cuando en un Ayuntamiento hay corrupción, además del o los políticos de turno hay ciudadanos que la promueven, o la admiten, o se aprovechan de ella. Sin el consentimiento de comerciantes, constructores, propietarios de terrenos, etc... sería imposible la corrupción. Y sin la indiferencia del resto de la ciudadanía tampoco.

Por lo tanto, la política está mal, el sistema está mal, pero no es más que el reflejo de que la sociedad en general está mal. Se han subvertido los valores, sólo importa el dinero, hemos perdido la conciencia de persona que vive en sociedad, sólo nos duele lo que nos atañe directamente y aún así no tenemos agallas para defendernos, porque creemos que solos no podemos hacer nada.

Precisamente es ahí, donde debe empezar el reciclaje, en la conciencia, en el pensamiento, en el corazón de cada uno de nosotros y nosotras. Debemos devolvernos los valores perdidos, como el respeto a uno mismo y a los demás, darle más valor a la amistad, el amor, la paz, la alegría, que al dinero. Abandonar el consumismo al que nos tienen atados y bien atados. Educar a nuestra prole en estos valores y no consentir que prefieran pasarse el día ante el televisor, antes que jugar con sus amigos. Educarnos nosotras/os mismos para liberarnos de la esclavitud del dinero que parece hemos olvidado que no hace la felicidad. Buscar salidas profesionales y de vida, limpias y creativas, las que nos gusten y que proporcionen otro tipo de relación comercial y con el medio ambiente, etc....

A partir de ahí, y con paciencia, si vamos cambiando nuestro proceder particular, podremos cambiar el proceder social, y por tanto quiénes lleguen al poder político también habrán cambiado.

Y creo que ya hay mucha gente que va por ese camino, al menos yo la he encontrado en distintos sitios. Lo que me agrada profundamente y me devuelve la esperanza de que seremos capaces.

Quizá suene todo esto muy utópico, pero para eso existe la utopía. Si somos capaces de convertir una vieja botella de plástico en una graciosa escoba, ¿no seremos capaces de revertir nuestras conciencias para nuestro propio bien y el de toda la humanidad?

Reciclaje Social y Político

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