2 Generaciones Número 10 | Seite 15

SOFÍA GARCÍA

Cuando Sergio llegó de visita a mi casa percibí en sus facciones un dejo de desasosiego que no le permitía estar tranquilo. Acababa de romper su relación con la novia y le pedía que no la buscara más, ya que había alguien más en su corazón. Está por demás decir que el mundo se le venía encima y los efectos devastadores sobre su vida emocional, sobre sus pensamientos y sobre la capacidad para disfrutar la vida, no se hicieron esperar.

Se tornó pensativo, malhumorado, cansado, decaído y mil cosas más, porque la depresión le estaba afectando numerosas funciones de su organismo. Lo que yo no entendía era que la depresión no es un estado de ánimo sino que en las personas deprimidas se producen cambios hormonales e inmunológicos, que a la larga pueden resultar sumamente dañinos. Es una enfermedad que afecta a la totalidad de nuestro ser, es como si todos nuestros defectos estuvieran luchando en nuestra mente por ser el número uno en nuestra existencia, y así se van presentando la ira, la rebeldía, la vanidad, la irresponsabilidad, el tedio etc.

La familia en pleno se avocó a buscar, no uno, sino infinidad de psicólogos para que lo ayudaran a superar la depresión, encontrándose de pronto con gente que, lejos de ayudar, se dedicaban a dar terapias de cuarenta y cinco minutos y cobraban cantidades exorbitantes por hora. Había algunas otras que le recomendaban la músicoterapia y no hacían más que recostarlo y ponerle a escuchar música para relajar. Y así se fue sumando un día tras otro, hasta que Sergio se tornó agresivo, pues ya no podía controlar sus impulsos, razón por la cual se consideró internarlo en algún hospital psiquiátrico, en donde tampoco lo aceptaron pues no encontraban razón para hacerlo.

Las personas deprimidas secretan sustancias que facilitan la formación de coágulos en las arterias, lo que puede tener como resultado interrumpir el flujo sanguíneo al corazón y al cerebro, acabando en infartos y derrames cerebrales. También se sabe que las personas deprimidas sufren de una mayor cantidad de resfriados y problemas del sueño que las personas no deprimidas. Esto no resulta sorprendente si tomamos en consideración que hoy sabemos que cuando estamos deprimidos las funciones de nuestro sistema inmunológico decaen.

Pasaron seis meses de lucha intensa en contra este mal, sin que se pudiera remediar gran cosa, pues Sergio quería seguir estudiando y su estado de ánimo no se lo permitía, además del rechazo de sus compañeros, y aún de los maestros, pues pensaban que era una treta del joven estudiante para aprobar el año escolar sin estudiar, y esto en lugar de ayudarlo, lo iba hundiendo cada vez más. Como profesora de nivel bachillerato considero necesario que en las escuelas se capacite al profesorado para detectar algunos síntomas de esta enfermedad en los jóvenes, para así canalizarlos con profesionales responsables y comprometidos con su salud mental. No echemos en oídos sordos sus quejas o malestares pues quizás al atenderlos les estemos salvando la vida.

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