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Alicia Hernández

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En estos tiempos turbulentos en los cuales nos ha tocado vivir, Venus viene en nuestra ayuda, tratando de impregnar de su amor al Sol, para ayudarnos y darnos un poco más de tiempo para poder asimilar los cambios que nos aguardan, generando una pausa en la alocada carrera de las energías descontroladas del Sol.

Es momento de despertar, es momento de comprometernos con nosotros mismos y con nuestro planeta, es momento de avanzar hacia la luz del amor desinteresado. Pero esto solo se logra cuando somos capaces de emprender el viaje más importante y profundo de nuestra existencia, el viaje hacia el interior de nosotros mismos, el viaje hacia el principio de todo, el viaje al centro de nuestro microcosmos, al centro del corazón, donde reside nuestro propio Sol interior. En busca de nosotros mismos, del origen de todo lo que hemos sido, somos y seremos.

Tomemos la oportunidad que nos da la energía amorosa de Venus, empecemos por amarnos a nosotros mismos, conociéndonos, aceptándonos, integrándonos, para así poder extender este amor hacia los que nos rodean, amando y respetando a nuestros hermanos los hombres y a nuestra madre Tierra, reclamando nuestro lugar en la vida.

Por último les dejo una historia de la mitología, en la cual la diosa del amor castiga al Sol.

La diosa del amor castiga al Sol

La hermosa Venus (Afrodita) traicionaba desde hacía tiempo a su marido Vulcano (Hefesto), el herrero divino, con el belicoso Marte (Ares).

Helios, el Sol, no aprobaba el adulterio. En cuanto supo el hecho fue a avisar al dios traicionado, quien castigó a su esposa sometiéndola a la burla de todo el Olimpo.Para vengarse, Afrodita inspiró a Helios una irrefrenable pasión por Leucotoe, hija de Eurínome y Orcamo, rey de Babilonia.

Pero la joven Clitia ama a Helios. Y ello acarrea la tragedia.Celosa la muchacha corre a contar a Orcamo los amores de su hija. La reacción del rey es inmediata: condena a Leucotoe a ser enterrada viva. (Una mortal jamás debía enamorarse o dejarse enamorar por un dios).

Cuando el Sol descubre la desgracia, ya es tarde. Leucotoe yace bajo tierra y, siendo humana, su sombra ha bajado al reino de Hades.

Poco puede hacer Helios por la amada. La transforma en árbol de incienso. Y se despide de su preciada amiga, tratando en toda forma de olvidar su gran pasión.

También Clitia es castigada con el eterno repudio del dios. Consumida por el abandono y por el remordimiento, sabiendo que su corazón no encontrará sosiego, se debilita lentamente. Hasta que convierte en heliotropo o girasol, la flor que muestra siempre su cara al Sol, en un gesto de amor.

El nacimiento de Venus: Sandro Botticeli