cuentos más próximo al que siempre quise escribir.
Aquí está, listo para ser llevado a la mesa después de tanto andar del timbo al tambo
peleando para sobrevivir a las perversidades de la incertidumbre. Todos los cuentos,
salvo los dos primeros, fueron terminados al mismo tiempo, y cada uno lleva la fecha en
que lo empecé. El orden en que están en esta edición es el que tenían en el cuaderno de
notas.
Siempre he creído que toda versión de un cuento es mejor que la anterior. ¿Corno saber
entonces cuál debe ser la última? Es un secreto del oficio que no obedece a las leyes de
la inteligencia sino a la magia de los instintos, como sabe la cocinera cuándo está la
sopa. De todos modos, por las dudas, no volveré a leerlos, como nunca he vuelto a leer
ninguno de mis libros por temor de arrepentirme. El que los lea sabrá qué hacer con
ellos. Por fortuna, para estos doce cuentos peregrinos terminar en el cesto de los papeles
debe ser como el alivio de volver a casa.
Gabriel García Márquez
Cartagena de Indias, abril, 1992