Página 12
Revista Amarantos, primavera de 2012
“Tengo un amante” Tengo un amante un maldito y loco amante capaz de mutarse y resistirse a que lo eche. Fragmento Poema de LV140861, año 2000
Fotógrafo: Herman Manríquez Blake
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“El camino de una guerrera”
Por Nicolina Lagomarsino Gaínza
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Historia de una chilena Seropositiva
a música de Chris Isaak (Wicked Game) suena por coincidencia como música de fondo en el café donde nos encontramos. Esta melodía la lleva a recordar la época que marcó su vida. Su sonrisa no cambia a lo largo de la entrevista. Enciende un cigarro y dice, “aunque es un tema superado, es algo a lo que no recurro mucho en mi vida cotidiana”. LV140861 es el nombre que ocupa para mantener su confidencialidad. Es el código con las iniciales del nombre y apellido más la fecha de nacimiento. Todos los pacientes con VIH lo usan como resguardo. La poesía siempre le ha servido para canalizar su energía. Para ella este arte es el impulso que le permite avanzar cada día. Al poco tiempo de conocer la noticia de su enfermedad, escribió algunos poemas para embellecer tan desagradable momento. Según admite, quería “desembocar por buen caudal aquel sentimiento”. Los primeros pasos Hace 19 años LV140861 comenzó este largo camino. Tenía 32 años y dos hijos, una niña de 7 y un niño 5. Marzo de 1993. La sorpresiva llegada de su padre y sus hermanas que vivían en el extranjero la hizo percibir algo extraño. Nadie
le avisó de la visita y eso la impresionó. Al rato esa molestia comenzó cambiar. Se dio cuenta que el plan era sacar a sus hijos de la casa para conversar. Poco a poco se armó el rompecabezas. Todo era confuso hasta que su padre tomó la palabra y con voz segura exclamó: ”Desde ahora en adelante tu vida va a cambiar, deberás adecuarte a una nueva circunstancia”. ¿Qué sentiste en ese momento? Una patada en el estómago. Estaba contenta de que mi familia se haya reunido pero luego de la noticia esa situación perdió todo sentido. Lo primero que pensé fue en mis hijos. Nunca de manera negativa, por el contrario, sentí la necesidad de adaptarme a la situación y adentrarme en este nuevo mundo, sin temor a lo desconocido. Dices “sin temor a lo desconocido”, entonces, ¿no sentiste temor? Es curioso pero no. Solamente sentí miedo a la angustia de pensar que quizás no podría estar por completo para mis hijos. ¿Qué información tenías del VIH? Muy poco, sólo lo fatalista que mostraban en televisión en esa época. ¿Tenías pareja en ese momento? Si, estaba con alguien hace dos años. Lo curioso fue que ni él ni mis hijos tenían el virus.
Lo de mis hijos es más claro porque lo adquirí después de tenerlos, pero que mi pareja no viviera con él era muy curioso. Bueno, hay estudios que demuestran que la transmisión de una mujer a un hombre es mucho menos probable que de un hombre a una mujer. Así me quedó más claro. ¿Qué pasó con tu relación de pareja al empezar a recorrer este nuevo camino? Me separé. Él se fue por el camino del sufrimiento y la angustia y yo me fui por otro de esperanza, energía y búsqueda de posibilidades vitales. La relación se desgastó y finalmente decidió irse. En cuanto a tu rol de madre, ¿hubo algún cambio? Al ver lo pequeños que eran mis hijos decidí contarles cuando no fueran influenciables por lo mediático ni las opiniones ajenas sino cuando yo como madre percibiera en ellos una forma de vida más segura. Obviamente faltaba para eso. ¿Hay algo que valores más de tu aprendizaje en estos años? Hay algo que no se si valoro más, pero sí recuerdo y recordaré por siempre. Es lo que me enseñó un querido amigo que conocí en el camino. Él también vive con el virus pero al otro lado del mundo, en Europa. Me instruyó para adoptar una nueva forma de vida, de alimentación, de tipos de medi-
1-. Estudiante de Periodismo, tercer año, Universidad Austral de Chile.