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Sin embargo, fuera de destinos tan especiales no es necesario sujetarse a las obligaciones que supone ir en grupo. Cuando una persona organiza un viaje por libre, puede empezar por decidir qué fechas son las mejores para ella, sin que le vengan ya marcadas y tenga que adaptarse. También puede navegar horas en internet buscando los destinos más interesantes e ir a casi todos. No hay que comparar las propuestas de las agencias para elegir una, sino que se puede seleccionar las ciudades o los lugares que más nos atraen, incluidos algunos que no son populares para los circuitos comerciales. De esta manera, se convierte en el viaje que hemos querido hacer.

Y en ese buscar lo que más nos atrae, iremos sintiendo la satisfacción de sentirnos libres para elegir y de estar ahorrándonos dinero, porque compararemos lo que nos cuesta a nosotros los aviones, autobuses, hoteles, entradas a monumentos, etc. y veremos cómo la suma total no llega a la que nos había propuesto la agencia. Y encima visitaremos lo que queremos.

Incluso, las ventajas de ir por libre aumentan durante el viaje. Lo bonito de visitar otros países, es conocer sus paisajes, su gastronomía y sus monumentos pero también llegar a entender su forma de vida y su cultura. Esto último no se logra si vas en grupo, porque apenas convives con la población local. Les ves actuar como has mirado un palacio o un museo, sin relacionarte con ellos. Una o dos personas sin prisa por cumplir un horario, pueden pararse a hablar con autóctonos que podrán contarte qué hacen cada día, que les importa, en qué sitios está la mejor comida, que rincón no debemos perdernos.. Además, cuando un lugar te cautiva puedes quedarte un día más y disfrutarlo, sin irte con la pena de haberte perdido algo.

Viajando por libre es normal que surjan imprevistos y hasta algún problemilla, pero la mayoría de las veces se encuentra la solución, por lo que se convierten en aventuras que luego recordamos con la satisfacción de haberlas resuelto. Y con la sensación impagable de que hemos conocido un país y una cultura y no solo la de que lo hemos visto por encima. Porque además, ¿qué es la vida sino una aventura?

Viajar es aventura

Estamos a las puertas del verano y para muchos es tiempo de vacaciones y de viajar. Así que surge la gran duda: ¿viajamos en grupo o vamos a nuestro aire? Es cierto que la respuesta dependerá del destino, porque hay países muy difíciles de recorrer sin una empresa que lo organice previamente: bien porque apenas hay medios de transporte y los caminos son realmente malos y es necesario que alguien nos lleve (como en África), o bien porque hay tantas "reglas" que tener en cuenta y necesitamos personas que nos indiquen cómo comportarnos para no meternos en problemas (en muchos países árabes por ejemplo, donde las mujeres deben de ir vestidas de cierta forma o no pueden entrar a algunos lugares).

Editorial

Leire Antunez