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Muchos de los primeros automóviles de Vitoria salieron de concesionarios instalados a principios del siglo XX en la calle de San Prudencio y en sus inmediaciones. Hasta 1982, esta arteria estuvo abierta a la circulación.

Uno de las ‘garages’ más populares en Vitoria era el de Emilio de Álava e Ignacio Lascaray, importadores de vehículos franceses de la casa Citroën. Tenían el taller en Independencia y la exposición en San Prudencio, en el número 28. Todavía hoy existe un centro llamado Álava-Lascaray a las afueras de Vitoria.

De Álava, ciclista, tirador olímpico, ajedrecista y zahorí de petróleo, adquirió en 1924 el Citroën 5HP de color amarillo con matrícula VI-399. Se anunciaba como un coche económico que apenas consumía 6 litros de gasolina y 100 gramos de aceite cada 100 kilómetros. “Su sencillez es proverbial”.

En el extinto café Iruña, ubicado al lado del garaje, De Álava defendió las bondades de su máquina y, para demostrarlas, subió con el vehículo hasta la cruz del monte Gorbea y las escaleras de la balconada de San Miguel, con un desnivel del 45%. Repitió la gesta en la década de 1960. Su hijo, que conserva el VI-399, hizo que, con 80 años, el coche volviera a escalar la Virgen Blanca en 2004.

En el 8 de San Prudencio, Juan Guinea vendía a finales de la década de 1920 vehículos Fiat. El primer coche matriculado en Vitoria es un coche de la marca italiana y fue adquirido por Francisco de Zulueta el 3 de febrero de 1906. En los archivos no se conserva ninguna imagen del VI-1 ni del garaje. Guinea ofrecía automóviles de “6 a 40 caballos”, con “servo-freno” y “suspensión admirable”. “Son muy estables” y “suben bien las mayores pendientes”, se anunciaban. La marca “que priva entre las personas de gusto”, aseguraba Guinea sobre Fiat.

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