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Vitoria-Gasteiz, Capital Verde Europea, concibe el espacio público a escala humana, como ciudad para las personas

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Esa variada mezcla de usos, junto a una arquitectura donde conviven lo moderno y lo clásico, han venido marcando la identidad de una calle fuertemente ligada al dinamismo de nuestra sociedad. Una calle que invita a sentirnos muy de aquí, ya desde su propio nombre. Donde hemos podido comprar lo más típico de nuestros dulces, visitar las exposiciones de una amplia relación de artistas locales, acudir a aprender idiomas en el antiguo Instituto o vibrar con aquel último pelotazo que Ogueta dio en el mítico Frontón Vitoriano. Pero también una calle donde sentirnos ciudadanos y ciudadanas del mundo, asistiendo a los últimos estrenos cinematográficos, sorprendiéndonos con los espectáculos más vanguardistas del Festival Internacional de Teatro o conociendo la literatura más diversa.

 

Es, en definitiva, una calle que ha evolucionado como nuestra ciudad. Una Vitoria-Gasteiz Capital Verde Europea que concibe el espacio público a escala humana, como ciudad para las personas, como lugar por el que no sólo se pasa, se circula, sino en el que también se está y en el que se entablan relaciones. Esta filosofía fue la que llevó a la calle San Prudencio a protagonizar en 1982 el segundo gran impulso de la peatonalización del Ensanche, una acción que ha venido sirviendo de modelo para decenas de ciudades. El Caminante, la obra de Juanjo Eguizábal que desde hace 36 años cose San Prudencio con la plaza del Arca, se ha convertido en símbolo involuntario de esta nueva concepción del centro urbano.

 

Lugar donde quedar, zona donde más de una vez nos ha tocado hacer cola, espacio festivo, escenario de la alfombra naranja, meta y salida de un sinfín de carreras, itinerario de manifestaciones, plató cinematográfico, referencia para los amantes del café, escaparate de la moda más actual, sede de la primera parada de taxis… hasta la Legión 501 de Star Wars ha pasado por allí. Todas y todos tenemos algún recuerdo asociado a la calle San Prudencio. En ella reside nuestra memoria, en ella se han venido ubicando numerosos espacios para la reflexión, para la emoción, para las decisiones, para el deporte, para la formación y para el intercambio. Espacios que nos hacen sentir más vivos y que aportan vitalidad. Todo un aparato circulatorio y una arteria clave en el gran ser vivo que es Vitoria-Gasteiz.

 

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