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LA GRAN FUGA DE LA GUERRA CIVIL

EL FUERTE DE EZKABA EN 1938

la fuga se saldó con 206 ejecutados en los montes y otros 14 fusilados en la ciudadela de pamplona.

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La evasión desde el fuerte de Ezkaba (Fuerte Alfonso XII o Fuerte de San Cristóbal) —junto a Iruña-Pamplona-, el 22 de mayo de 1938, de 795 presos republicanos ofrece la fascinación de los acontecimientos épicos. Las duras condiciones de vida dentro de los muros de la prisión, el hambre, la enfermedad y el comportamiento sádico de algunos guardianes alimentaron la fuga de la prisión con el claro objetivo político de continuar la lucha contra las tropas rebeldes. Un motín planeado y dirigido por Leopoldo Picó Pérez (Prisionero #319) y Baltasar Rabanillo Rodríguez (Prisionero #1012) —militantes comunistas de Bilbao y Valladolid, respectivamente-, resultó en la liberación de un tercio de la población carcelaria total. Muchos estaban mal preparados para escapar, sin provisiones y ropa adecuada.

La fuga obtuvo más reseñas en el New York Times que en la prensa local durante 40, y se saldó con 206 ejecutados en los montes, más 14 fusilados (incluido Baltasar) en la Ciudadela de Pamplona en agosto de 1938. Otros 45 fugitivos capturados murieron en el fuerte entre 1938 y 1943 debido a enfermedades y a una crueldad sórdida. Solo tres hombres —Valentín Lorenzo Bajo, José Marinero Sanz y Jovino Fernández González- quedaron documentados por haber conseguido la libertad al cruzar la frontera franco-española a 50 kilómetros de distancia.

En 1997, un hombre, nacido hacia 1920, natural de la zona de Azagra (Navarra), llegado desde California, tuvo una serie de encuentros casuales con ocho personas diferentes en un área de la que recordó haber escapado a Francia después de huir de Ezkaba sesenta años antes. Poco más se sabe de este hombre y su búsqueda continua.

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