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Sabias palabras.
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Escribo estas líneas finalizando el verano
de 2020. Como muchos de vosotros, he
disfrutado de unos días de descanso
que he empleado en visitar zonas de
España. Algunas de ellas recónditas,
bastante aisladas del bullicio, que me han
servido para sumergirme en el románico,
restaurar fuerzas y poner en orden los
pensamientos; y otras más turísticas,
con el propósito de bajarme de la moto,
remojarme un poco y tomar algo de sol.
Y en todos, todos, TODOS los sitios que
he visitado, me he topado con la misma
emoción: el miedo.
del drama de las pérdidas humanas y
materiales que a veces nos han tocado
muy de cerca; consciente de lo que están
sintiendo estas semanas y desde hace
meses una familia, un empresario o un
autónomo que sólo buscan sobrevivir.
Terror. Y el terror nos paraliza, ¿verdad?
Exacto, como en las películas de miedo.
Voy a permitirme la licencia de
desdramatizar un poco la cuestión. O,
Miedo al virus y los contagios, miedo a
la supervivencia del negocio, miedo a la
crisis económica, miedo a la situación de
inestabilidad política. Miedo -y pena- en
la playa al ver la cantidad de chiringuitos
cerrados o prácticamente vacíos, miedo de
los camareros de las terrazas despobladas
de la monumental Plaza Mayor de
Valladolid, miedo de los propietarios de
hostales y pensiones en los que me he
alojado, miedo en las noticias de cada
informativo de la televisión.
Miedo que, en los casos más leves, se
manifestaba en forma de temor contenido,
más cercano a la incertidumbre y la
resignación que al pánico. Otras personas,
golpeadas en sus negocios y en sus
ahorros, compartían con preocupante
rapidez sus penas y un nada disimulado
terror a lo que esté por venir.
Miedo provocado por los acontecimientos,
agravado por la falta de confianza en
quienes nos dirigen y multiplicado por
nuestros propios temores e inquietudes.
Lo he dicho en otros artículos previos y
repito que no quiero pecar de superficial.
Soy muy consciente de la situación,
al menos, sugeriros un par de ideas que
a lo mejor provocan alguna reflexión al
respecto. Por favor, tomadlo como un
ejercicio divertido y no como una frivolidad.
Por lo que os comentaba al principio de
este artículo, como aficionado al género
de terror también estoy familiarizado lo
que sucede en las situaciones que viven
los protagonistas de las películas. Y sé que
hay cosas que no funcionan, y otras que sí.
Por ejemplo:
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