Árbol de Sombra Árbol de sombra | Page 8

Prólogo Árbol de Sombra Árbol de Sombra de Alexis Fernández es una obra poética que irradia el elocuente y consciente amor por el verdor natural de la madre tierra, pachamama inmemorial y ancestral. El poeta devela con detenimiento e intensidad, el árbol que guarda en su savia la memoria vegetal, memoria incógnita, múltiple y milenaria, en la que desborda lo inimaginable de su infinito equilibrio, para mostrar sus virtudes como ser vivo con el que necesitamos convivir. Árbol de Sombra, cultiva y riega el ciclo perfecto de la fotosíntesis, ese proceso que permite convertir lo inorgánico en vida mediante la luz. Sus páginas arrojan luz sobre esa arboleda que en un proceso de apropiación empieza a convivir conscientemente con nosotros, sus lectores. Sus páginas (hoy acompañadas del sortilegio del dibujo del boscaje) nos traen imágenes de la vida misteriosa de la arboleda que se abraza en las redes permanentes de las riberas donde crece el cardumen soñador de las aves del Manglar. Presenciamos en la caída de un pétalo el temblor del universo o, las hojas secas que deambulan en la ventisca como hojarasca en el manantial susurrando un vestigio de vida; atisbamos el huésped Pardillo contemplar el fulgor del sol hasta llegar la aurora; el Musgo que danza con la luna pasional de su ternura en mengua; observamos el Bucare que crece en los bosques nublados dialogar con el murmullo del mar; centelladas de truenos que remueven no sólo el follaje sino la raíz sin doblegar del Tamarindo; la coraza del Almendro cultivando el poder en su verdoso retoño; el Azahar que estalla el frenesí en la luz de la luciérnaga; el Cotoperí leal al titilar enmudecido del rayo; el Frailejón con su caudal de epílogo de rosa que brota aroma de su corteza tentadora; la espina que seduce de dolor y sufrimiento al Limonero; el aroma del Eucalipto intacto en los huracanes; el esplendor del Araguaney con su frondoso sol brillante atizando su calor y color desbordantes; la Acacia estremecida ante la mirada del mar, en fin, es el bosque escuchando el difuso canto sonoro universal de la cigarra y enunciando con gratitud el enigma imaginario de su fructuosa virtud. Este poemario, descifra a la madre tierra prodigiosa que siembra y riega sus jardines, haciendo florecer hasta sus rocas, capa vegetal donde siempre vuelve a retoñar la arboleda. Alexis Fernández al penetrar sus ramajes, nos cuenta sus secretos y alza en el árbol