I
La calidez del musgo que te nombra Una celada del olvido
¿Quién vigila tu arbura,
desde qué silencio
o estruendo,
ordena tu ramaje,
la fecundidad de las yemas,
la corteza rugosa,
el linaje vegetal,
la calidez del musgo que te nombra? Tu fronda
contra la noche,
no es una celada del olvido,
es sombra que mana desde el pozo
y atiza astros en la memoria.
II
¿Tu follaje anota
el curso de los astros?
¿Tus raíces acusan el cauce
de los ríos?
El celador
aún no ha sido despojado del sueño
y el bosque sede a las sombras.
No hay réplicas,
sólo antorchas en la vigilia,
ansias de recuperar
no sólo la menguada memoria
si no de ser árbol en la inmensidad,
nómada,
andariego en las quebradas del río,
¿ansias de infinito?
ante los azulejos del parque.