Los arcos secretos
Quién diseminó
los estallidos en la niebla,
quiénes atizaron los almácigos
en el musgo ávido del bosque,
quiénes trajeron brotes
de antiguas especies?
I
Cuántas diásporas
arrasadas por el viento
tras el curso de sus savias.
Cuánta broza madrugó
En el humus recién abierto.
Quien articula la ristra
que impide la entrada
de los vientos
donde se enseñorea la muerte
y espolea pezuñas feroces,
conoce el musgo y las calendas.
Guindajos de muerte
cuelgan de los alambres,
las naves martirizan los malecones,
las campanas golpean
el eco furioso de los mares
y las nubes se cuecen
al fuego de instrumentos feroces.
En la noche
una caja de fuego baja desde el río
y anuncia su parte de guerra.
Al amanecer el sol es otro redoble
que trasiega la arboleda.
La casa
afina un círculo en el bosque
y las frondas,
cinturones de fuego
ante las furias desatadas.
El patio arde en sus cimientos
y un bosque ígneo
atiza sus cenizas,
gritos en la inmensidad,
hogueras en la arena,
nómadas ante las tempestades
y el olvido.
La geografía inconclusa
desborda sus límites en la broza
y restituye a las frondas su lenguaje.