un sortilegio al viento, un hechizo que recoge en el conjuro de su palabra, porque como bien
dijo el gran Vicente Huidobro:
“el poeta hace cambiar de vida a las cosas de la naturaleza,
saca con su red, todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado…
allí, ha plantado el árbol de sus ojos ”…
El árbol es para el poeta un paisaje de indescifrables interrogantes que nos impulsan a
interpretar la armonía con nuestra quimera, alimentando la poesía como muscínea de
prosperidad, y nutriendo la razón de coexistencia con la humanidad para trascender a la
eternidad. Cada repuesta es una interpretación inimaginable del ayer, hoy y siempre para
reencontrarnos.
¿Quién conoce el frenesí, sino el cocuyo que renace en tus pétalos?
¿Cuánto de mar hay en un cedro si la brisa en su ramaje desencadena tormentas?
¿Qué guarda el dítamo real de las antiguas secuoyas?
¿Qué piensa el bucare de los astros?
¿Cuántos ríos remontan tus raíces para entregar una almendra?
¿Qué cuadrante eriza la piel del apamate, si la luna permisa sus tallos?
¿Cuánto de río navega en la savia del matapalo?
Árbol de Sombra es fronda genealógica que en sus raíces guarda una firme y viva memoria,
huella imborrable en la consciencia del poeta que brota al arrullo de la corteza de su piel
sensible, expresando la dulzura de sus hojas, de la sombra que acaricia la pasión indomable
de su flor vestida de musgo-color, de su follaje interrogando a los astros para buscar los
orígenes, de la hoja que cae a la ventana cerca del puerto para zarpar o la que recorre el
manglar para esconderse en su costa tropical. La arboleda respira profundamente cual feliz
celador debajo de tu sombra-canto como ser natural, vivo, inmortal e imaginado en la poesía
que nos acerca a la vida, a su esplendor.
Blagdimir Labrador Mendoza
Presentación
El árbol de sombra de Alexis Fernández y/o
Un árbol de sombra en las aguas
Alexis Fernández, novelista y poeta “naturalista” continúa abonando con esta obra el diverso
y contrastante mundo de la poesía nacional y continental. En “Árbol de Sombra” (1) le canta
al universo de las cosas, atiza sus memorias, escudriña sus entrañas, visibiliza su cotidianidad,
penetra sus elementos y lo transmuta en sutil poética de la naturaleza hecha árbol. Nos revela
el universo vegetal y nos lo entrega en cuadros de efervescencia poética donde conjuga
estética y sabiduría. El autor penetra en las profundidades mismas de las estructuras arbóreas
para destilar sus míticos y milenarios encantos. Categoriza cada especie, recorre cada fronda,
delinea su boscaje hasta concebir sus frutales con un prolífico verbo cultivado en parajes y
senderos surlaguenses, rotulados en su memorial ferroviario, en su imaginario fluvial, en su
fabulario cotidiano a horcajadas entre lo rural y urbano.
El poeta de las “Caligrafías de Agua” (2), y las “Memorias del Caudal” (3), nos acerca
nuevamente con esta edición de Árbol de sombra, al silencioso susurro de los árboles, y en
la escucha de esas “leves palabras/llevadas por el viento” surge la poesía para exaltar la vida
desde y a pesar de los más contrastantes delirios del mundo actual: “No guarda usura/ el árbol
de sombra/ no se santigua ante el cash”. Y desde allí hasta los más profundos misterios de
su origen, en una línea sin principio ni fin, que lo emparenta siempre con el agua “sólo una
ramazón de sombra en las riberas/ un puerto de anclaje ante las tempestades/ un árbol de
sombra en las aguas”.
El Árbol de Sombra es tótem sagrado que vincula en lo profundo con la Madre Tierra y
extiende su linaje en la memoria de los días, es canto poético que re-descubre y enaltece
la vida revelando sus versos impresos en la corteza y el forraje vegetal. En esos versos se
muestran imágenes trascendentes “Cuando cae una hoja tiembla el universo/ y el silencio
de su caída nos aturde” simbolizando el surgimiento del Universo bajo los designios del Big
Bang o de cualquier otra intencionalidad; como en esa explosión creadora “las ansias