ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 3 | Page 52

OPINIÓN TROUBLE WILL FIND ME Críticos que no critican CARLOS G. CANO P or culpa de las barbas hay mujeres que se están follando a feos y no lo saben”. Oí esta frase en un bar de Madrid durante una noche de monólogos. Y vale, sí, era un monólogo, pero ¿cuándo fue la última vez que, después de leerte la crítica de un restaurante, pensaste que su autor estaba diciendo verdades como puños? Escribo estas líneas con el descaro y la ignorancia de quien no lleva ni tres años en el mundillo gastronómico, eso vaya por delante. Pero si aún me queda algo de mirada limpia, quiero aprovecharla. Hace un mes leí en el periódico la crítica de un restaurante muy reconocido y me sorprendió que, como único defecto del menú, el autor destacase que a un plato le faltaba sal. ¿En serio? ¿Tantos años, tantos kilómetros de carretera y tantas sobremesas para acabar diciendo eso? ¿Cuál es la función de la crítica? ¿Alabar? En España hay restaurantes fantásticos. Si los frecuentan gente de todo el mundo será por algo, desde luego. Pero de ahí a vivir en Los mundos de Yupi… Soy un gran consumidor de crítica musical y, en menor medida, también de cine, géneros en los que, cuando alguien saca un disco mediocre o una película mala, se dice y punto. O bueno, más que y punto, se analiza, se argumenta… En el sector de la prensa gastronómica, sin embargo, se ha extendido la costumbre de hablar solo de “lo que nos ha gustado”. ¿Por qué? ¿Acaso los críticos gastronómicos son más bondadosos que el resto de sus colegas? Algunos, de todas formas, suelen escribir muy por encima de la media de buenismo. Hace unas semanas, leyendo otra crítica, esta vez en un portal de Internet, me sorprendió que el autor no hablase de ningún plato hasta el sexto párrafo. En los cinco primeros había tirado de repertorio: palabras conceptuales, adjetivos superlativos... Un género (muy extendido en el mal periodismo y la literatura barata) del que uno de mis profesores en la universidad solía burlarse mucho: “¿No os recuerda a un anuncio de champú?”. Intuyo que las llamadas “agencias de comunicación” tienen algo que ver en todo esto porque, en ciertos casos, son simples vendedoras de publicidad que se dedican a ofrecer “impactos” en prensa. Impactos baratos si se comparan con el precio de la publicidad tradicional, claro. Por desgracia los espacios informativos se han llenado de publicidad encubier-