ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 3 | Page 49
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dudo que pase la censura). Y eso que hace cuatro días estaba Ingrid Bergman
horrorizada ante la almadraba de Stromboli. Cómo hemos cambiado. Lo que yo
diga, aquí nos esconden algo.
Pero lo más gordo lo descubrí recientemente. Escuchen: la arengada, pescado
azul salado muy apreciado en Catalunya, por ejemplo, como topping de la coca
amb recapte, resulta que no es un arenque, sino una vulgar sardina prensada en
un barril. Así, sardina; sin espeto ni copichuelas de champán ni vestiditos de lino blanco en noche de verano de la Costa del Sol. Sardinas, sal y tiempo. Un inciso: no se pierdan la receta de Arengada a la Porta del Corpus Culinario Catalán,
número 70, una filigrana técnica consistente en meter el bicho entre puerta y
dintel, y cerrar con mala leche. Quedo anonadado cada vez que lo leo, imaginando la cara de satisfacción que se le debió poner al redactor de tal proeza.
En fin, que para buscar respuestas a todos mis quebraderos de cabeza bajé al
puerto de Cambrils, capital del Mare Nostrum, a preguntar a los pescadores qué
es el pescado azul y por qué nos identifica como mediterráneos. Pues créanme
cuando les digo que no hallé respuesta alguna. Sólo más preguntas, una lista de
pescados arbitraria y sin ton ni son, y hasta algún bicho, como el mencionado
salmonete, que lo creían de la familia de los blancos. Tuve que recurrir, muy a mi
pesar, a la ciencia. Y ojo ahora. El credo nutricionista califica de azul cualquier
pescado con más del 5% de grasa, cómo único criterio y sin atender a cadenas de
ADN. Consternación. Siglos de sabiduría popular abatidos por un torpedo: el pescado azul no existe. Aún diría más, si ceban convenientemente una merluza con
manteca ustedes mismos pueden hacerse su pescado azul en casa con los beneficios cardiovasculares del Omega-3 a su antojo. Ya ven lo que pasa y lo que somos,
otra broma de Poseidón —y van unas cuantas— que nos quiere siempre de viaje a
Ítaca, pero un poco mareados.