ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 2 | Page 81

81 [email protected] / @JOANBARQUE Adelgazarse, como casi todo en la vida, requiere mucha voluntad y esfuerzo, y si no estás realmente dispuesto a quererlo es mejor que abandones toda esperanza y vuelvas a tu vida —tan agradable, por cierto— de excesos y abundancias. Champán porque sí, sin explicaciones y entre semana. ¡Ah!, que recuerdos. Por eso es bueno que tu dieta tenga un motivo —aparte de todo lo que vas a quitarte de encima. Y bien, dándole vueltas he llegado a la conclusión que solo hago dieta para poder volver a comer. Podría decirles que es por mi figura o por mi salud, o por mi mujer, que tanto padece cuándo ve que voy hinchándome cual globo de aire, pero la pura verdad es que solo dejo de comer, y doy estas pedaladas terribles a la bicicleta, para poder volver a besarte, corte de parmesano. Si no fuese por todos los buenos restaurantes que tenemos, ¿por qué deberíamos perder peso? Si no fuese por Tickets, o por Pakta, o por 41º, o por Kru, o por Gresca o por la Bodega 1900; si no fuese por Kimbo, por Indochine, y por otros que me dejo en el camino, ¿por qué haría falta dejar de ser un tremendo gordo? No hay acto de amor más generoso que dejar de comerte para poder comerte más. No hay amor más profundo, ni más sincero, que divorciarme un tiempo de ti para volverme a casar con tanta ganas, incluso más que las de antes. Hace pocos días fui a uno de estos restaurantes que les mencionaba y es exactamente así como me sentí: me volví a casar con mi amor. Y todo era perfecto. Y todo era como antes y como siempre. Es la seguridad de los grandes restaurantes, que por mucho que te vayas y los olvides, y cometas esta temeridad de cambiarlos por un trozo de pechuga a la plancha y una bicicleta roja, siguen al pie del cañón y te perdonan cada desliz y hacer el amor con ellos es como la primera vez. No hay ningún motivo más. No hay nada más. Cada pedaleo de mi bicicleta es por ti. Cada plato insignificante de verdura es un poema deprimente de tus noches mágicas que pronto volverán. Cada noche hambrienta es un día menos para quererte un poco más. En realidad nunca me fui. No te enfades ni te creas que me hago la despechada. Cuento cada día que falta para verte de nuevo y abrazarte tan suave, tan agradable, tan perfecto como cada plato que preparas para mí. Estoy mucho más cerca de lo que parece, créeme. Y volveré para amarte más de lo que quizás nadie nunca te haya amado. Quizás al principio no me reconozcas, ya no soy esa foca que se paseaba eufórica por tus aposentos, pero enseguida verás que en el fondo soy yo porque pediré exactamente todo lo que tengo que pedir para que me perdones. Y en fin, esperaremos no llegar a lo de antes, pero fue un honor engordarme como un cerdo por ti.