ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 2 | Page 113
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mono: hace más de dos décadas que los críticos pudieron convencer al mundo de que éramos un país gastronómico porque teníamos
elBulli; ahora quieren convencernos a nosotros mismos.
…
Nunca me he sentido cómodo con la etiqueta de crítico, siempre he preferido que me llamen cronista.
…
Llegaron las bandejas de comida y me costó
trabajo convencer a la azafata de que prefería
ayunar. Intenté ser muy cortés, a pesar de su
insistencia.
¿Dónde están las legiones de cocineros que
se forman en las escuelas de hostelería españolas? No están en las colectividades, no están en las áreas de servicio.
— ¿No están los cocineros en este tren?— le
pregunté a la azafata. Y ella me miró extraño.
…
Habíamos dejado atrás los desérticos Monegros y nos adentrábamos en tierras de Castilla. Tan previsibles y extensas como podía
terminar siendo mi discurso. Yo, que había
nacido en el Mediterráneo, nunca entendí esa
obstinación de la tierra firme y el latifundio
por repetirse a sí mismos, como no entendía
que algunos cocineros se dijeran creativos y,
en realidad, tan sólo repetían el camino recorrido por unos pocos, imitando torpemente
sus técnicas.
…
Admiraba, por supuesto, a algunos cocineros valientes que decidían recorrer su propio
camino. Pero con ellos solía pasar lo mismo
que con la oveja negra del cuento
«En un lejano país existió hace muchos años
una oveja negra.
»Fue fusilada.
»Un siglo después el rebaño arrepentido le
levantó una estatua ecuestre que quedó muy
bien en el parque.
»Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían
ovejas negras eran rápidamente pasadas por
las armas, para que las futuras generacio-
nes de ovejas comunes y corrientes pudieran
ejercitarse también en la escultura.»
Sí, también de Monterroso.
…
Me desperté tras una siesta en la que había
caído sin darme cuenta. Una siesta considerable, diría yo, estábamos llegando a Córdoba y
quedaba muy poco trayecto.
Me desperté con una idea. Les hablaría y no
les diría nada. Les hablaría de todo, también
de la burbuja de la ga stronomía. Pero callaría
más e lo que diría. Y subiría a recoger el premio con una copa de vino en la mano, lo que
me eximiría, creía yo, de alargar el discurso.
Quizá pensarían que había bebido demasiado. Tal vez fuera cierto.
…
Por la noche subí al escenario a recoger mi
premio e invoqué a Monterroso por última
vez aquel día.
…
«Cuando despertó, el suflé todavía estaba
henchido.»
Ilustraciones: Anartquick