ZOUK MAGAZINE (Versión en Español) NÚMERO 1 | Page 63
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que le gustaba comer al niño eran criadillas.
Un día, un camarero se les acercó y le preguntó si sabía lo que estaba comiendo, a lo
que el hijo de Monzó respondió con toda la
naturalidad y espontaneidad infantil de la
que fue capaz: “Sí, testículos”.
De todas formas, Quim Monzó se confiesa
buen comedor, a pesar de su galeno, según
el cual “no debería comer nada. Ya tendría
que estar muerto”. Le gusta todo, sí, pero
siempre que esté bien hecho. Por eso, otra
cosa que le pone de los nervios es el maltrato que, según él, se da a la carne en muchos restaurantes. “En Catalunya es muy
difícil encontrar una carne bien hecha, porque existe la costumbre de ponerla en la
nevera y matarla. Recuerdo estar en el País
Se marchó de casa joven y desde los dieciocho años tiene costumbre de comer fuera. “Esta ha sido mi vida y por tanto he vivido siempre en bares, antros y restaurantes”.
Su madre era modista, trabajaba fuera de
casa, pero cocinaba “porque no teníamos
ni un céntimo. Mi madre hacía una cocina
andaluza porque era de la zona de Huéscar, en Granada: potajes, judías con jamón,
un cuscús distinto del magrebí, muy ligado con las migas”. Todavía recuerda las
dos únicas veces que en dieciséis años, viviendo en casa de sus padres, fueron a comer a un restaurante: “La primera vez fue
a uno de la plaza Reial que se llamaba Tobogán, donde comimos calamares a la romana. La otra fue en Casa Leopoldo, por-
“Esta ha sido mi vida y por tanto he vivido
siempre en bares, antros y restaurantes”
Vasco y ver cómo llegaban los cortes de
carne enormes y cómo los colocaban encima del mostrador para ir cortando los chuletones. Y de allí no se movían. La pedías
poco hecha y te la servían sangrante y caliente, mientras que aquí la pides poco hecha y la carne está fría”.
Monzó tampoco entiende la manía que tenemos a los sabores amargos. “Estamos comiendo unas zanahorias que no tienen nada
que ver con las que se comían hace 200 años.
No hay manera de encontrar unos rábanos
con sabor a rábano. Las berenjenas están todas modificadas genéticamente para que no
tengan ese amargor. ¡La berenjena tiene que
ser amarga! ¡Somos un país de idiotas! El otro
día en un restaurante irlandés comí un apple
crumble, que es un pastel de manzana, pero
que lleva ruibarbo y es una maravilla. Descubrí un plato que no conocía y es que aquí no
usamos el ruibarbo, porque es amargo. ¡Iros a
cagar a la vía, pandilla de imbéciles!”
que una de las señoras donde iba a coser mi
madre, una ricacha, hablaba mucho de ese
restaurante y a ella se le debió meter en la
cabeza y por eso fuimos. En cambio, cuando me largué de casa de mis padres ya no
paré de ir a bares y restaurantes. Una cosa
que sí aprendí en casa fue la devoción por
los canelones con salsa de tomate. ¡No los
soporto con bechamel! Está muy asumido
que los canelones se sirven con bechamel y
no es verdad. En muchas zonas de Catalunya se hacen con salsa de tomate o mezclando ambas salsas”.
Sigue la conversación y hablamos de
quién cocina y quién hace la compra en su
casa. Vive cerca del mercado de Sant Antoni, en Barcelona, y allí acude con su mujer. “A mí me gusta ir a los mercados para ver la vida que hay y para ver cómo son
sus bares”. Monzó dice que “en Barcelona
hay mercados extraordinarios. Hace años
que no pongo los pies en la Boqueria, que