Así hablo Zaratustra…
De las cátedras de la virtud…
Dormir no es arte pequeño: se necesita, para ello, estar desvelado el día entero. Diez
veces tienes que superarte a ti mismo durante el día: esto produce una fatiga buena y es
adormidera del alma. Diez veces tienes que volver a reconciliarte a ti contigo mismo; pues la
superación es amargura, y mal duerme el que no se ha reconciliado.
Diez verdades tienes que encontrar durante el día: de otro modo, sigues buscando la
verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta. Diez veces tienes que reír durante el
día, y regocijarte: de lo contrario, el estómago, ese padre de la tribulación, te molesta en la
noche.
El sabio nos hace reflexionar sobre el desarrollo de nuestro día de como esperar que al
llegar la noche la virtud allá hecho presencia fructífera en él, permitiendo que nuestra alma se
encuentre en un estado de regocijo y tranquilidad, para un buen descanso.
¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida! ¡Así lo quiere el buen
dormir! ¿Qué puedo yo hacer si al poder le gusta caminar sobre piernas torcidas?, pero como no
cuestionar una autoridad torcida es presentarnos ante la vida como un ser en despreocupado de
estas cuestiones permitiendo que nuestra tranquilidad y desinterés prime más que el beneficio de
la comunidad que necesita que hagamos frente de forma crítica y certera este tipo de sucesos que
llevan a la humanidad a la decadencia total.
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