—Ve con tu familia, mi vida. Ellos te necesitan, deben estar
pero otras sí y se detenían a agradecernos. Mi hermano unidos.
y mi mamá se fueron a mi casa, yo me quedé porque en Camina hacia una mesa, saca un papel y una pluma, escribe
realidad quería ayudar a esta señora, pues al parecer no algo y vuelve a donde yo estaba.
tenía a nadie. —Toma, este es mi número de casa, esas cosas de los celulares
Pasó un tiempo, ya estábamos agotadas y le dije que yo no tengo, apenas puedo comprar lo básico, pero aquí voy
descansara un poco. Se sentó en su silla y empezó a a estar, esta es tu casa. Por cierto, mi nombre es Luz María,
contarme un poco sobre ella. Tiene dos hijos, los cuáles se gracias por molestarte y venir conmigo para acá.
casaron y se fueron a vivir fuera del país. No tenía más —Soy Yelitza, también le dejo mi número. —le digo mientras
familiares, me comentó que tenía dos años de viuda. Era me acerco a la misma mesa para apuntarle mi número en
una mujer muy dulce, con un gran corazón, muy solitaria y su libreta.
llena de vida. Lograba transmitir una energía muy bonita. —Tengo que regresar al puesto, lo dejé solo y hay gente
Pasaron unos minutos, casi una hora. Nos dirigimos hacia mala. Aunque somos más los buenos, ¿No? —recalcó.
el lugar donde vivía. Yo iba muy angustiada, se veía tanta Regresamos juntas hasta su puesto, la verdad me había
gente alterada, pidiendo ayuda, edificios en muy mal estado olvidado por completo de él. Al llegar vimos que todo estaba
y otros derrumbados en su totalidad. Mantuve la calma, bien. Así que me despedí, le dije que se cuidara mucho y
en ese momento, por alguna razón, esa señora era mi que no dudara en llamarme cuando quisiera.
prioridad. Llegamos al destino, afortunadamente por fuera Me fui a mi casa caminando, ya que no había transporte
su casa se veía en buen estado, entramos a revisar, tenía público y tampoco estaba lejos de mi casa. En todo el
algunas grietas que se alcanzaban a notar en las paredes, camino no pude dejar de pensar en Luz María. Su gran
pero nada grave. Muchas de sus cosas cayeron, trastes de bondad, su inocencia y su buena voluntad me conmovieron
su cocina se rompieron. Le pregunté si no había perdido muchísimo. Fueron aproximadamente tres horas las que
nada importante, si podía ayudarla en algo. estuve con ella, pero aprendí tanto en ese tiempo que
—Ya me has ayudado bastante, lo material se recupera. pareció que hubiésemos convivido juntas toda una vida.
Gracias a Dios estoy viva y tengo un colchón viejo que aún
aguanta esta grasa —bromea señalando su estómago y
reímos.
—Le puedo dar mi número y cualquier cosa que necesite
me llama.
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Empezamos las dos a repartirlas, mucha gente no las recibía,