Paseo en bicicleta
José Rodolfo Duarte
El viento frío y húmedo choca contra su rostro mientras se desplaza a
toda velocidad. Es temprano y el carril del trolebús está vacío, lo que
garantiza una experiencia satisfactoria para un ciclista con ganas de re-
gresar a su hogar.
Después de tres largas horas de permanecer sentado en un aula universi-
“Así, como Ícaro al sentirse en el punto más alto de su viaje,
el ciclista pierde sus alas y se precipita a toda velocidad hacia
el suelo; al dolor . ”
taria, sus piernas agradecen el movimiento y pedalean con toda su fuer-
za. Un impulso de adrenalina le recorre el cuerpo y mantiene activos a su
corazón y pulmones mientras estos trabajan tiempo extra.
El ciclista es veloz y continuamente se jacta de la manera en que deja a
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