dazos en golpes. De un segundo rumora que cuando era joven se lo a otro El Aguacate ha soltado el querían llevar a la Noria. El apodo primer golpe a mano limpia, sin no lo tiene por los ojos rasgados, pensarlo dos veces. Trataban de sino por las marañas en su cabe- sacarle el balón entre dos, cuando llo. Se lleva a un par de rivales con de repente en un jaloneo el codo unos recortes, se mete por el centro, de su marcador salió directo a su se la toca al Pantera y con un pun- pómulo derecho. “¡Cámara, puto! terazo el balón entra por la parte Con que ya con esas.” Un golpe en inferior derecha de la portería. Un seco que dejó paralizada la cancha. golazo que nadie se lo puede creer. Los ánimos se calentaron, la reta Ellos celebran como si se tratara de se ha olvidado por completo. El la misma Copa del Mundo. Uno a Taison pega un brinco automático golpear entre ambos lados no se calmó durante la siguiente media hora.
cero, la otra reta no pierde el tiem- desde la banca, sale de su alucín y El ambiente era tenso y a pesar de todo los contratiempos conseguimos
po y enseguida se asegura que El en tres pasos ya está en la cancha otro balón y empezamos desde cero con retas diferentes. Al cabo de unos
Mirrey sienta la presión con un repartiendo patadas y arañazos a minutos ambos grupos partieron y tomaron caminos distintos. En cuanto
bombazo desde media cancha. cualquiera que intente ponerle una a mí, seguí echando la reta con mis amigos por un par de horas más.
El juego sube de tono, los codazos, mano encima a sus compas. En las calles nadie se les acerca por temor a su reacción, pero este es juego
patadas y empujones hacen que La campal no duró más de quince que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando sin saber a qué jue-
quienes estamos a la espera del segundos, ya que otros tantos que ga, sin motivo, sin reloj y sin juez. Una simple pelota y tres postes hacen
segundo tanto nos acerquemos estaban afuera de la cancha inter- que todos se unan, sin importar condición. El fútbol lo hacemos todos,
a ver con más detalle. Cada juga- vinieron para que la situación no grandes, chicos, mexicanos, fresas, nacos o teporoch os. El fútbol es nues-
da se vuelve una riña discreta en llegará a mayores. Las palabras tro.
la cual la disputa por el balón ha subidas de tono y los empujones pasado a segundo término. Entre no paraban. Para la mala suerte de los que estamos afuera se escucha todos la reta dueña del balón con a cada patadita intencional un gri- el que se estaba jugando era la mis- to casi ahogado que solo calienta ma en contra de la banda de tepo- más la situación. Las patadas se rochos. La reta se detuvo por unos convierten en codazos, y los co- momentos. Las ganas de quererse
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RODRIGO HERNÁNDEZ PARRA
Tengo veinte años y soy del Distrito Federal. Soy amante del fút-
bol, béisbol, tenis y del deporte en general. Curioso, pero poco con-
ocedor, de las artes visuales. Melómano por naturaleza y seguidor
incansable de cualquier género musical. Fanático de los cómics y
la ciencia ficción. Estudiante de tercer semestre en la carrera de
Comunicación. Comensal exigente de todos los puestos de tacos y
garnachas de la ciudad. Aventurero e intrépido por instinto, amante de los tatuajes y las mo-
tocicletas. Despistado y poco observador, siempre estoy en mi mundo. Viajero nato de pueblos
mágicos de todo el país. Ciudadano de México inconforme con el sistema político, un Superciv-
ico más de esta jungla de asfalto.
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El Chino es el que más juega, se