las cosas eran muy diferentes. Las El Aguacate, El Pantera, El Mirrrey, El Taison y El Chino: cinco teporochos
de Fresas se ponen muy buenas. porterías no llegaban a retener ni que trabajan dando el paso a los coches que vienen de la calle Guillain
Temprano por la mañana se puede un solo balón y la reja que impide evitando el pesado tráfico que se origina entre el cruce de Patriotismo,
ver a los corredores rodeando la que la pelota salga por los costados Revolución, Rio Mixcoac y Molinos. “Lo hacemos por buena gente”, le di-
pista, dando una vuelta tras otra. podía lastimar a cualquiera que se cen a los conductores mientras estiran una mano para recibir unas mone-
Al medio día hay niños corriendo acercara a menos de medio metro. das. Cualquiera con unos años de experiencia puede imaginar a donde
de un lado a otro entre la gente y En el piso los hoyos se convertían van a parar esos pesos que recaudan durante el día.
otros balanceándose en los juegos. en trampas mortales cuando el Y claro que no pueden faltar los juego subía de intensidad. Y por si globeros, varios puestos de dulces fuera poco a las seis de la tarde la y un carrito de papas. Terminando diversión debía parar en seco, pues la hora de la comida, justo cuando el alumbrado a duras penas te per- el sol está a solo unas horas de es- mitía seguirle la pista al balón. conderse, jóvenes y adultos se dan Hoy son las cuatro de la tarde, hay cita en la pequeña cancha de fútbol seis retas y parece que esto va para rápido que el gobierno de la Ciu- largo. En la cancha está la reta del dad de México le ha obsequiado Escuadrón de la Muerte –así se les a la colonia. Un par de años antes conoce por estos rumbos.
“Pásala.”, “¡Hazme famoso, cabrón!”, “Hazme soñar!, “No te la hace.”, “Ya
me viste”, estas y otras frases se hacen presentes en la reta del Escuadrón.
Esta reta destaca a simple vista, no precisamente por su facilidad para
los drible o regates. Aquí lo más difícil se ha vuelto marcarlos. Su arma
secreta es su olor, la marca personal se vuelve más bien en un campo de
fuerza que te impide acercárteles. A ellos poco les importa, lo aprovechan
y juegan con entusiasmo. A leguas se nota su felicidad, pero eso sí, el ac-
tivo, el panalito de Tonayan y la bachita no la sueltan ni para cubrirse de
un balonazo. Cada que el balón deja el terreno de juego aprovechan para
quemarle las patas al diablo, como ellos lo llaman.
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Los domingos las retas en el parque