Don Casi miro
“La mayoría del tiempo se dirigen
hacia la ventana del lugar para ver
qué pasa por las calles. Estos ojos se
rodean por el resultado de muchas
noches sin dormir”
Juan Pablo Gutiérrez
Hace unos años me dedicaba a trabajar en un restaurante, Morena Mía. El
lugar está ubicado en Extremadura número 160, en la colonia Insurgen-
restaurante manejado por un matrimonio. Ella es mexicana y él francés.
Mientras trabajé ahí, vi pasar muchos personajes diferentes. Cuando tra-
bajas en un restaurante de la Ciudad de México, te das cuenta de que la
gente va a desahogar su estrés de la vida diaria contra los meseros. Nos
encanta ver lo malo y resaltar lo que se puede hacer mejor.
Había señoras que te criticaban desde cómo partías el limón hasta la can-
tidad de col que le echas a su sopa de verduras. Había jóvenes que se
dedicaban a pavonearse por su conocimiento del café. Chavos ´fresas´ que
presumen de su persona y al momento de llegar la cuenta cuentan las
monedas para pagar.
En especial, llamó mi atención un señor llamado Casimiro. Un viejito
raboverde que se sienta en la mesa de la esquina, junto a la ventana, para
ver pasar a las chavas de la universidad. Tiene un innumerable catálogo de
chistes pervertidos para sonrojarte y hasta coquetea con algunas chavas.
52
Le encanta quejarse del activismo que Eli, la dueña del lugar, proclama
cada vez que él llega. Cuando se sienta en su lugar preferido, bromea so-
bre quitar el letrero de Ayotzinapa que Eli pegó desde hace un año.
Su piel morena está marcada por los años. El pelo blanco como la nieve se
desliza finamente hacia atrás. Ni un mechón de la mata invade su rostro.
Unos grandes ojos negros te lanzan miradas de vez en vez para seguir
la plática que entabla contigo. La mayoría del tiempo se dirigen hacia la
ventana del lugar para ver qué pasa por las calles. Estos ojos se rodean
por el resultado de muchas noches sin dormir. Puede ser por la necesidad
económica o los problemas amorosos, pero lo que haya sido le han dejado
necesidad de meditar.
Las camisas de botones no son lo suyo. Sus playeras me encantan, pues
tienen impresos Mickeys, Donalds, Plutos, etc. Las cubre con chamarras
impermeables para no enfermarse. Sus jeans son iguales. No sé si son los
mismos o tiene muchos pantalones del mismo estilo y marca, como en las
53
tes Mixcoac a dos cuadras de Patriotismo, en la Ciudad de México. Es un