Doña Lina y el secreto de los
buñuelos de nopal
Tal vez quería saber si eran tan buenos como los que ella preparaba.
—Qué ricos están tus buñuelos, la verdad —Lina esbozó una sonrisa—,
pero te falta un toque. Ese toquecito te lo voy a dar.
La abuelita se acercó a la vendedora y le dijo qué debía hacer para que
sus buñuelos quedaran perfectos. Lina y sus hijos guardan celosos desde
Lo más probable es que aquella abuelita nunca había comido los buñuelos de nopal permanezcan frescos y crujientes por casi un mes.
de nopal y en medio de su paseo por el centro de San Pedro Atocpan, en La receta de los buñuelos la trajeron los españoles a América y se adecuó
el sur de la Ciudad de México, la curiosidad la condujo al puesto de doña a los ingredientes de cada región. Por lo general, en México se consumen
Lina, en la esquina que hacen Tláloc y Miguel Hidalgo, en el estaciona- dulces, aunque en lugares como Veracruz se rellenan con jaiba. Resultan
miento de un restaurante de mole. de la mezcla obtenida con harina de trigo, huevo, manteca de cerdo, agua
Doña Lina jamás había visto a la anciana, no sabía si era del pueblo o de de cáscara de tomate o con tequesquite —la sal mineral consumida en
alguna comunidad cercana. Cuando la mujer estuvo frente al negocio am- México desde la época prehispánica— para que fermente la masa que
bulante miró los discos crujientes color verde y respiro el aroma dulzón de luego de reposar por un tiempo queda un tanto chiclosa. Después se ela-
la miel de piloncillo. Entonces se sentó a un lado de la vendedora. boran pequeñas bolas entre las manos que hay que estirar hasta formar
—Dame un buñuelito, hija. una rueda. De ahí pasan al sartén con aceite hirviendo para freírlos hasta
Doña Lina obedeció. La abuelita sostuvo el buñuelo, lo bañó con un poco que queden crujientes. Una espolvoreada de azúcar les da el toque final
de miel, cortó un trozo y lo llevó a su boca. No lo saboreaba; lo degustaba. una vez que escurre el exceso, aunque es mejor bañarlos en el jarabe que
MEMO BAUTISTA
Guillermo Alfonso Bautista Vázquez, Ciudad de México, 2 de
noviembre de 1976. Periodista, cronista y productor de radio.
Es licenciado en comunicación social por la UAM-Xochimilco y
estudió el Posgrado en Medios para la Difusión del Patrimonio
en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí en La Ha-
bana, Cuba. Desde hace 13 años colabora en medios impresos, web y radio. Ha sido pre-
miado por la UNAM y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (2015), la 10a Bienal In-
ternacional de Radio (2014) y el Centro Cultural de España y el IMER (2006). Sus crónicas
han sido traducidas al inglés, italiano y neerlandés y está incluido en el libro “La crónica
como antídoto: narraciones desde Tlatelolco” (UNAM, 2015).
44
se prepara con piloncillo o el almibar de alguna fruta, como la guayaba
o el tejocote.
Nada más que Lina fue un poco más allá. Milpa Alta, la delegación donde
vive, es la gran productora de nopal en el Distrito Federal pues entrega
al año 400 mil toneladas. O sea “hay para aventar pa´rriba” como dice la
frase.
Hace unos 30 años, durante la segunda feria del nopal en Milpa Alta,
Lina hizo por primera vez los buñuelos con esta cactácea que alguna vez
fue llamada el oro verde de aquel lugar. Decid ió intentarlo. Si era una
feria del nopal los buñuelos tenían que llevar ese ingrediente, qué tan
difícil podría ser. Cuando molió el nopal crudo salió un líquido baboso,
espeso. Lo agregó a la masa para los buñuelos. La mezcla se hizo pesada,
45
hace 15 años ese secreto, el toquecito que hace que sus exóticos buñuelos