La aventura de Mateo
Mario Pacheco
Se abrieron las puertas y Mateo dio un paso al frente. Era un día como
cualquier otro, regresaba de su caminata diaria la cual usaba para refle-
xionar y respirar un poco de aire fresco porque pasaba mucho tiempo en
casa. Mateo siguió una serie de pasos que para él ya se habían convertido
en algo cotidiano, por lo que después de que se abrieron las puertas se
dispuso a llevar acabo su bien ensayada rutina. Dio una vuelta de noventa
grados hacia la derecha y caminó exactamente veintidós pasos, se detuvo
y por último avanzó diez pasos.
Mateo había llegado a su destino y sabía bien como ubicarlo porque
después de girar a la izquierda había aprendido que tenía que pasar por
una puerta café antes de llegar a su hogar, que era la segunda puerta del
lado derecho. Levantó la cabeza, llamó a la puerta y esperó. Normalmente
la puerta tardaba alrededor de unos cinco segundos en abrirse pero esta
vez pasó más tiempo. Mateo no estaba seguro de cuánto tiempo había
pasado, obviamente habían sido más de cinco segundo pero de algo sí
estaba seguro. Nadie abriría la puerta.
Estaba tan acostumbrado a su rutina diaria de las seis de la tarde que no
podía creer que se hubiera equivocado. Se encontraba en el lugar incorrec-
to, seguramente alejado por muchísimos kilómetros de su hogar. Trató de
recordar cada cosa que hizo desde que Samantha pasó por él. Samantha
recoge a Mateo todos los días, excepto los domingos, a las seis de la tarde.
Después van juntos al parque durante unos veinte minutos y luego regre- tiempo de acompañar a Mateo hasta el departamento.
san. Al llegar al hogar de Mateo, Samantha se queda afuera del edificio y Mateo terminó de recordar lo que había hecho y no encontró algún error
deja que Mateo suba solo hasta el departamento 301-B. Algo un poco ex- o algún cambio en su rutina. Entonces, ¿cómo fue que se alejó tanto de su
traño pero los dos están acostumbrados a esta rutina. El problema es que hogar? Sin duda, el lugar en donde estaba era demasiado similar a su casa.
Samantha entra a trabajar a las siete de la tarde, por lo cual no tiene mucho Y esto es obvio, los pasillos de los edificios siempre lucen igual, así sea el
32 33