El caballo
Había mucho trabajo en la granja, el invierno se acercaba y todavía que-
daban muchas labores por hacer. El dueño del terreno, heredado de su
padre, había sabido hacer un buen trabajo con él. Junto con su esposa y su
pequeño hijo, que ayudaban arduamente, habían hecho crecer la granja al
doble desde que la recibieron.
El señor ya estaba viejo, tenía dolor en las rodillas, le costaba trabajo respi-
do unas ratas, como él los llamaba, habían entrado a robar la granja. Desde
entonces, siempre cargaba consigo una escopeta. El ojo restante ya estaba
muy gastado, por lo que apenas funcionaba. Sin embargo, seguía trabajan-
do, tenía una familia que mantener.
Cierta mañana de un jueves, la señora tuvo que dejar la granja para ir a
visitar a sus hermanas que vivían en un pueblo cercano. Dejó a su esposo
encargado del niño y les prometió a ambos regresar a la hora de la comida.
Después del desayuno, el señor decidió tomarse un tiempo para descan-
sar, así que comenzó a leerle un cuento a su hijo. Al ver que el niño no
lo estaba disfrutando, se dio por vencido, lo mandó a jugar, y regresó a
su rutina de trabajo. En el establo, comenzó a ordeñar una vaca, pero no
cualquier vaca, era su favorita, había sido el regalo de un amigo muy cer-
cano, nunca se enfermaba y era la vaca que más leche producía. Ya estaba
terminando de sacarle toda la leche, cuando apareció un caballo corriendo
a toda velocidad, descontrolado y golpeando a la vaca en la cabeza, al mis-
mo tiempo que esta al señor, dejándolo en el suelo.
El caballo siguió de largo y el señor quedó tendido en el suelo. Furioso,
se arrastró hasta alcanzar su escopeta, intentó levantarse pero no lo logró
por completo, terminó hincado con una rodilla apoyada en el piso. Soste-
niendo el arma entre sus manos, apuntó y disparó. A lo lejos vio como un
bulto dejaba de brincar para quedarse quieto y luego caer al suelo.
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rar y solo tenía un ojo. El otro lo había perdido hace ya varios años, cuan-