Zaguán Literario Zaguán Literario 04 | Page 16

mire; y es por eso que cuando un pobre dia- blo toma, le sale casi regalado, y cuántas ve- Despertar ANA MARÍA VELASCO Vanessa Yaresli Priego ces estas tiendas no me ahorraron unos cuan- tos pesitos al tener que comprar libros para la escuela. Juro que en estas tiendas encuentras de todo, hasta libros que no sabías que debías tener. Miguel Ángel de Quevedo está llena de ellas, y cada una con más curiosidades que las otras. Estudiante de Comuni- Paseándote por ahí, puedes oír a los autores cación en la Universidad llamarte y seducirte para que tomes sus libros. Panamericana, Te cuentan sus historias y se aferran a ti para Ciudad de México. Ac- que los lleves. Es eso, o de otra manera no me explico cómo termino comprando libros cada vez que entro a una solo a “ver”. Yo creo firmemente en que los libros llegan a tualmente campus forma parte de la compañía de teatro de esta y sus intereses es- tán en el ámbito cultural. ti cuando los necesitas, ellos te buscan, muy parecido a como la varita escoge al mago, y Despertamos. Comenzamos junto con la rutina ya aprendida desde hace no al revés. Si hay algo que he aprendido en años. Llega el momento de tomar nuestra mochila y salir al mundo. Aquí mis 15 años como lectora es eso, los libros te viene lo raro: la mochila se siente pesada y, por más raro que parezca, cambian y te marcan, y ese libro que tomas- se nos hace tan normal que nuestra espalda duela al cargarla. Podría- te por curiosidad y llevaste a casa, no fue ca- mos pensar que tenemos muchas cosas dentro o que simplemente son sualidad. El espíritu del libro te llamó y eligió. los años pasándonos la cuenta. Continuamos por la ciudad, con ese peso Y los libros, entre más viejos, más sabios. Es en nuestros hombros sin inmutarnos: ya no es importante, tenemos cosas por eso que cuando me pierdo un poco en la mucho más importantes a las cuales ponerles atención. No lo sabemos, vida, voy a buscarme en los cementerios de li- pero la carga de la mochila ya no es material. bros, pues sé que alguno me dirá las palabras Día a día, en una gran ciudad o en un pequeño pueblo, la vida va por exactas para regresar. delante corriendo y nosotros, burdos espectadores de la misma, solo po- demos guardar ciertos momentos o experiencias. La mochila está vacía al 16 17 años sentados en el aparador sin que nadie los