mire; y es por eso que cuando un pobre dia-
blo toma, le sale casi regalado, y cuántas ve-
Despertar
ANA MARÍA
VELASCO
Vanessa Yaresli Priego
ces estas tiendas no me ahorraron unos cuan-
tos pesitos al tener que comprar libros para la
escuela. Juro que en estas tiendas encuentras
de todo, hasta libros que no sabías que debías
tener.
Miguel Ángel de Quevedo está llena de ellas,
y cada una con más curiosidades que las otras. Estudiante de Comuni-
Paseándote por ahí, puedes oír a los autores cación en la Universidad
llamarte y seducirte para que tomes sus libros. Panamericana,
Te cuentan sus historias y se aferran a ti para Ciudad de México. Ac-
que los lleves. Es eso, o de otra manera no me
explico cómo termino comprando libros cada
vez que entro a una solo a “ver”.
Yo creo firmemente en que los libros llegan a
tualmente
campus
forma
parte
de la compañía de teatro
de esta y sus intereses es-
tán en el ámbito cultural.
ti cuando los necesitas, ellos te buscan, muy
parecido a como la varita escoge al mago, y Despertamos. Comenzamos junto con la rutina ya aprendida desde hace
no al revés. Si hay algo que he aprendido en años. Llega el momento de tomar nuestra mochila y salir al mundo. Aquí
mis 15 años como lectora es eso, los libros te viene lo raro: la mochila se siente pesada y, por más raro que parezca,
cambian y te marcan, y ese libro que tomas- se nos hace tan normal que nuestra espalda duela al cargarla. Podría-
te por curiosidad y llevaste a casa, no fue ca- mos pensar que tenemos muchas cosas dentro o que simplemente son
sualidad. El espíritu del libro te llamó y eligió. los años pasándonos la cuenta. Continuamos por la ciudad, con ese peso
Y los libros, entre más viejos, más sabios. Es en nuestros hombros sin inmutarnos: ya no es importante, tenemos cosas
por eso que cuando me pierdo un poco en la mucho más importantes a las cuales ponerles atención. No lo sabemos,
vida, voy a buscarme en los cementerios de li- pero la carga de la mochila ya no es material.
bros, pues sé que alguno me dirá las palabras Día a día, en una gran ciudad o en un pequeño pueblo, la vida va por
exactas para regresar. delante corriendo y nosotros, burdos espectadores de la misma, solo po-
demos guardar ciertos momentos o experiencias. La mochila está vacía al
16
17
años sentados en el aparador sin que nadie los