Zaguán Literario Zaguán Literario 03 | Page 66

CUENTO diariamente marcando posibles puntos de riesgo y las otras tres irían construyendo barreras. El equipo de los vigilantes indicaría a los constructores qué barreras era necesario reforzar y cuáles debían agrandar. Claro que me ofrecí a formar parte de la brigada. Marina era el único hogar que conocía y no iba a dejar que desapareciera frente a mis ojos. Fui asignada al grupo de vigilantes. Hacíamos muy bien nuestro

trataba de un leve desplazamiento en el curso de las olas. Seguramente en cuestión de meses el agua volvería a su lugar. Ocurrió todo lo contrario. Apenas había transcurrido medio año y las barreras de cemento ya se encontraban sumergidas bajo el incansable e impaciente océano. Las olas comenzaban a acercarse cada vez más a la zona habitacional. Aquel camino que los niños normalmente usaban para ir a la escuela, el mismo que yo recorrí tantas veces cuando era pequeña, era intransitable. Tuvimos que convocar a otra asamblea. En esta ocasión el asunto fue tratado con mayor seriedad y decidimos que era necesario asignar un equipo. Participarían seis personas: tres se encargarían de recorrer la isla trabajo y después de dos meses logramos asegurar la isla. Todo había vuelto a la normalidad. Continuábamos con nuestros rondines solo por precaución, pero ya no había mucho que hacer. Una noche, de esas tan oscuras que es imposible distinguir dónde termina el cielo, salí a dar
34